Opinión

Un respiro en la tormenta

23 de julio de 2020, 3:00 AM
23 de julio de 2020, 3:00 AM

La humanidad tiene apenas un poco más de 300.000 años de existencia como homo sapiens. Una sola estrella del infinito universo puede tener esa misma edad.  En toda su trayectoria, los seres humanos siempre hemos buscado aquello que nos hace bien, los esfuerzos por la sobrevivencia y el bienestar colectivo. En cada reinado, Estado, monarquía, totalitarismos o democracia han sido más las luchas por la justicia, la libertad, el pan de cada día.

Hubo grandes hechos mortales que están registrados en el ‘libro negro de la historia’, donde se relatan guerras cruentas, matanzas, masacres, genocidios, quema de personas y de pueblos enteros, etc. Hoy estamos frente a una de las amenazas modernas contra la humanidad: una pandemia que día tras día cobra miles de víctimas y cientos de miles de enfermos, generando más pobreza, más desempleo, más hambruna, más crisis económicas en los países.

Los seres humanos no somos adictos al dolor, a la muerte, a las enfermedades. Siempre hemos añorado la paz, la salud, los goces espirituales, como la música, la religión, la literatura, el arte. Pues bien, te propongo que a estas alturas de la pandemia en Bolivia hagamos un respiro profundo para fortalecer el espíritu, para volar sin tener alas, para soñar estando despierto, para viajar sin tener boletos para el avión, junto a esos inmortales creadores, los poetas, los filósofos, los escritores, que a través de sus profundas y provocativas reflexiones nos podrán ayudar a afrontar esta crítica y desesperante situación de encierro colectivo, de los contagios masivos, del bombardeo informativo de las malas noticias; de la otra pandemia, la guerra de insultos entre quienes buscan el poder político.

“Por cierto que no podemos caernos de este mundo. Hemos aquí de una vez por todas”, Chr. Grabbe Hannibal

Es el único mundo que tenemos. La única tierra donde pisamos tierra. No creas que podrás irte a Marte o a la Luna, quizás podríamos alcanzar las estrellas cuando la muerte nos atrape. De este mundo, no hay modo de escaparse. Tenemos la misión de sobrevivir y convivir, en las buenas o en las malas.

“Solo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza”. Walter Benjamín

El proceso electoral está llevando a decepciones, deslealtades y zozobras en la gente. La pandemia está sumiendo en el pánico y la desesperación de mucha gente que ha quedado sin trabajo y enferma. Precisamente por ese conjunto de gente sin esperanza, hay que alzar vuelo, con firmeza y valentía.

 “Ten el valor de pensar por ti mismo”,  Baruch Spinoza

Urgente, necesario y revitalizador seguir el consejo de Spinoza a estas alturas, cuando estás bombardeado de miles de informaciones, comentarios, y tienes a tu disposición la tecnología, que te hace desprender tu ser. Así el camino es piensa por ti mismo, digan lo que digan.

 “De nuestras enfermedades lo más salvaje es despreciar nuestro ser”, Miguel de Montaigne.

Si, es lo más triste y vergonzoso que podemos hacer cada uno, no querernos, no elevarnos por encima de las mediocridades y maldades. Cada uno vale y mucho. Así que arranquemos de nuestros corazones esa enfermedad del desprecio y cultivemos nuestros espíritus.

“¡Qué poco se necesita para la felicidad! El sonido de una gacela. Sin música, la vida sería un error”, Federich Nietzsche.

La felicidad no consiste en tener millones en la cartera o autos de lujo y viviendas inmensas. O darnos viajes de placer. La felicidad está en cada pequeña revolución que la vida nos regala y la naturaleza nos tiene al frente de nuestros ojos. Una sonrisa, un beso, un abrazo, una lágrima, la puesta del sol, y sin duda, las melodías musicales que son eternas, así como la vida misma.

“No tengáis orgullo ni con el grande ni con el humilde. ¡No odiéis a los que os rechacen o deshonren, ni a los que os insultan o calumnien. ¡No os deis a la avaricia, ni codiciés oro y riquezas! ¡Y, sobre todo, tened fe, ardiente fe: mantened siempre enhiesto su estandarte”, Fedor Dostovieski.

La pandemia nos puede llegar a todos, al rico, al pobre, al campesino, al citadino, al feo, al hermoso. Es una enfermedad que no distingue rangos ni colores de piel ni condición social. Este virus no solo se lo enfrenta con los medicamentos, yerbas medicinales o vacunas, también con esa poderosa razón de creer y que fortalece el espíritu humano, la fe inquebrantable.

Si haces un respiro con la lectura, ten por seguridad que te sentirás mejor y fuerte en medio de esta tormenta.

Tags