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27 de junio de 2019, 4:00 AM
27 de junio de 2019, 4:00 AM

La muerte de un sueño. El padre ya había dejado a su hija de casi dos años en la otra orilla del río. Él volvía a ayudar a su esposa a cruzar, pero vio que su hija se metió al río tratando de seguirlo. Al darse cuenta, él regresó por la pequeña, la agarró y la metió dentro de su polera para que no se la llevara la corriente, pero la corriente se los llevó a los dos. La imagen de ambos –inertes en la orilla– ha dado la vuelta al mundo y nos lacera el alma. Este es el drama de una familia salvadoreña que quería llegar a Estados Unidos en busca de mejores días. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue a la raíz del drama de los emigrantes: “Algún día terminaremos de construir un país donde migrar sea una opción y no una obligación. Mientras tanto haremos lo que podamos. Dios nos ayude”.

Cobra fuerza la idea de convertir el Plan Tres Mil en municipio. Su enorme población y extensión abren esa posibilidad. La idea no es descabellada. Por un lado, el municipio de Santa Cruz de la Sierra ya cuenta con más de 1,7 millones de habitantes –el más grande del país–, por lo que resulta difícil enfocarse en una zona en particular; no es posible manejar una metrópoli desde Los Mangales. Por otro lado, se sabe que la mayor recaudación tributaria de la comuna cruceña se registra en los barrios más pudientes. Se puede deducir, por tanto, que las zonas céntricas subvencionan a la periferia. Entonces, ¿podrá el Plan Tres Mil recaudar lo suficiente para cubrir las necesidades de sus populosos barrios?

Los bloqueos de rutas son detestables, por más nobles que sean las causas. Antes bloqueaban los cocaleros; ahora bloquean soyeros, mototaxistas, cívicos y hasta madres de niños con cáncer. Todos ellos merecen que se les preste atención a sus problemas, pero no hay necesidad de hinchar la paciencia de la población con los absurdos bloqueos.

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