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15 de enero de 2019, 4:00 AM
15 de enero de 2019, 4:00 AM

Influyentes allegados al Gobierno expresaron en las redes no solo su desacuerdo, sino su “decepción” por la entrega a Italia de Cesare Battisti, un prófugo sentenciado a cadena perpetua por crímenes cometidos cuando integraba un grupo izquierdista armado. Además de cuestionar el procedimiento jurídico, los contrarios a la decisión del Ejecutivo la consideran “contrarrevolucionaria”. Estos probablemente hubieran preferido que su “compañero de lucha” ideológica consiguiera refugio, sin importar si es fugitivo, para vivir en uno de los pocos países sudamericanos donde aún gobierna el socialismo, ya que no era bienvenido en otros donde gobierna la derecha. A Battisti le salió el tiro por la culata, pues nunca habrá imaginado que el gobierno de Evo Morales se juegue por las gestiones del presidente de Brasil, el derechista Jaír Bolsonaro, y las del también gobierno de derecha en Italia. Más allá del berrinche de sus seguidores, el presidente deja claro que donde manda capitán no manda marinero y que conviene hacer buenas migas con Bolsonaro, cuando el populismo de izquierda ya no la pasa tan bien como antes por estos lados.

Dicen que los bolivianos vivimos en “un mar de gas”. Si es así, deberíamos estar más tranquilos que los suizos por nuestro futuro. El optimismo del ministro de hidrocarburos conmueve y su ansiedad por dar buenas noticias en un año electoral llevaron a que Evo Morales se apresure y anuncie el hallazgo de un megacampo, que por ahora es solo un pozo.

Hasta 10.000 y 15.000 dólares habrían pagado por vencer el examen de ingreso algunos de los aspirantes a la Academia de Policías, según pesquisas. Negocio redondo de una mafia, cuyas operaciones obligan a un replanteo estructural de los controles en la Anapol.

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