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7 de diciembre de 2018, 4:00 AM
7 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Pasó el paro nacional, que confirmó a Santa Cruz como el polo de la movilización ciudadana por la defensa del voto que ganó en el 21-F. Fue el tercero, en once meses, lo que no se veía desde hace muchos años en la región más poblada y con la economía líder del país. Es un enorme sacrificio minimizado por un Gobierno que avanza sin freno en su objetivo de seguir en el poder, a pesar de los límites constitucionales. La costosa medida de protesta sirvió para ratificar que el movimiento ciudadano mantiene su fuerza y que el paso del tiempo no ha diluido su firmeza. El reto ahora es renovar la estrategia, de manera de encontrar más efectividad, considerando que el oficialismo no para de avanzar en la suya y que tiene mayores ventajas para llegar a su meta de alargar su mandato.

A propósito de estrategia, la mayor dificultad de las organizaciones que defienden la democracia es la dispersión de ideas. Esto trae la urgencia de aglutinarlas, ordenarlas y actuar en bloque ante el poder que actúa en bloque. Por ejemplo, unos proponen desobediencia civil. Otros plantean paros graduales hasta llegar al indefinido. Un candidato entró en huelga, hay marchas y vigilias de las plataformas, en tanto que un postulante a la Presidencia quiere una cumbre para que los binomios contrarios al MAS unifiquen criterios. Entre tanto, es probable que otras duplas se concentren ahora en la disputa del voto, relegando el problema estructural del debilitamiento de la democracia a un plano secundario. Mientras siga la dispersión, la estrategia será menos fuerte.

La CIDH escuchó a opositores y a oficialistas en EEUU, pero no dio una señal contundente de su interés de pronunciar de forma urgente su posición sobre el preocupante estado de la democracia en Bolivia.

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