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30 de septiembre de 2018, 4:00 AM
30 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Es una verdadera lástima que la relación con Chile esté tan deteriorada en la antesala del fallo de La Haya sobre la demanda que interpuso Bolivia por su reivindicación marítima. El añejo diferendo entre los dos vecinos ingresó inevitablemente en el terreno de las rispideces que fue abonado de uno y otro lado haciendo aflorar las tensiones como pocas veces en los últimos años. Es así que, bajo la mira global, una expectativa creciente y una ansiedad apenas contenida acompaña, de ambos lados de los Andes, la espera del veredicto que en la mañana de este lunes anunciará solemnemente la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para despejar un halo de incertidumbre.

“Cualquiera que sea el fallo, así sea favorable a Bolivia, no vamos a llegar al mar mañana, como a ratos el Gobierno quiere hacernos creer”, reflexionó el excanciller Agustín Saavedra Weise. Otros reconocidos diplomáticos y expertos bolivianos en la materia han coincidido en que lo más difícil vendrá el ‘día después’ del fallo de la CIJ y que lo más complejo para la posición boliviana será enfrentar la estrategia chilena en una negociación similar al ajedrez que requiere un bien estudiado y cuidadoso movimiento de sus fichas para ganar la partida.

En tan crucial circunstancia, es necesario anteponer el juicio sereno a cualquier arrebato triunfalista. Simplemente, porque todavía quedará un largo y sinuoso camino que recorrer. De hecho, Bolivia tendrá que prepararse mucho mejor para reanudar negociaciones –ojalá que ‘de buena fe’– con Chile, en un diálogo que requiere de la determinación y de la voluntad de ambas partes que, antes de tender la mesa, tendrán que limar asperezas y mostrar su mayor predisposición para buscar una fórmula de solución que permita superar el centenario conflicto. Es de esperar que así sea en aras de una pacífica vecindad y del beneficio de ambos pueblos.

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