Opinión

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Vivir al fiado

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24 de diciembre de 2018, 5:00 AM
24 de diciembre de 2018, 5:00 AM

Vivir al fiado es peligroso, ante todo para el fiador. Cuba vivió al fiado de la URSS, una superpotencia que terminó quebrada. Luego, Cuba pasó a vivir al fiado de Venezuela, ahora en quiebra técnica. Es una fórmula que no falla, si quieres quebrar a alguien. El problema mayor es que el que vive al fiado también termina quebrado, como se ve en Cuba.

Bolivia y su revolución exitosa está viviendo al fiado en todos los números, menos en los que ofrece a sus empleados, que están obligados a seguirlo en todas sus proclamaciones, el candidato vetado por un referéndum.

La deuda pública, según nos lo recuerda el candidato Óscar Ortiz, ha superado los 21.000 millones de dólares y equivale a 54% del PIB, un porcentaje que en todo el mundo significa una luz roja.

Hace seis años que Bolivia vive en déficit fiscal y el próximo año no será diferente. El presupuesto para el año que está a las puertas incluye un déficit de 3.090 millones de dólares, lo que pone al país ante otro déficit consecutivo, como el que se da en la balanza comercial, ambos, datos ajenos a los discursos del continuismo.

Es tan difícil la situación que un nuevo crédito del BID, por 51,6 millones de dólares, fue anunciado en las mismas horas en que el candidato vetado estaba hablando de lo bien que está la economía ante un público rehén, conformado por empleados y supernumerarios de la administración pública.

Vivir al fiado, en ese caso dejando las deudas a las generaciones futuras, es el verdadero peligro de estos ejercicios que consisten en vivir el momento, escuchar aplausos obligados y fingir un nivel de contento inverosímil.

Decir que has cerrado acuerdos con empresas privadas brasileñas para vender gas y urea por un monto de 1.000 millones de dólares, pero admitir que los precios no han sido fijados, es añadir burla a la mentira.

Pero la deuda mayor es con la gente. En los años de la bonanza, para la salud, según recuerda José Luis Parada, el gobierno del MAS no asignó en recursos humanos más del 2,7% del PIB, y jamás aprobó cifras mayores al 6,6% para todo el sector.

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