Opinión

EDITORIAL

Urge dialogar sobre el segundo aguinaldo

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21 de octubre de 2018, 3:00 AM
21 de octubre de 2018, 3:00 AM

El segundo aguinaldo cayó como un mazazo sobre los sectores productivos. Era obvio que Evo Morales estiraría al máximo las cifras para alcanzar el porcentaje que le permitió anunciar este pago extra, que además le viene bien como “plus” para su campaña en pos de la cuarta reelección consecutiva, pese a estar vetado por la voluntad soberana del pueblo expresada en el referendo del 21 de febrero 2016, que le dijo No.

Al margen de ser deseable que los porcentajes de crecimiento del PIB anunciados internamente tengan algún aval externo de incuestionable objetividad (Banco Mundial, Cepal, BID o entidad similar) es un hecho que el factor preponderante que incidió en el aumento del crecimiento ha sido el incremento del precio de los hidrocarburos. Pero ese aumento mejora el nivel macroeconómico, no así la microeconomía de pequeñas, medianas y grandes empresas, de suyo acosadas por una de las más altas presiones tributarias del mundo, mientras el mayoritario sector informal -incluidos cocaleros de Chapare de los cuales Evo Morales también es presidente- no paga prácticamente nada. Frente a esa palpable anormalidad, ahora se descarga otro peso más sobre un castigado sector. Hay pequeñas empresas que ya han anunciado su cierre si deben pagar el segundo aguinaldo; otras empresas medianas y grandes tienen serios problemas.

El único tema positivo ante el hecho consumado es que el Gobierno aceptó dialogar antes de lanzar la norma reglamentaria del segundo aguinaldo. Encontró eco por parte de la Confederación de Empresarios Privados (CEPB), entidad matriz que calificó la medida de “injusta e inviable”. Para asistir al diálogo convocado por las autoridades, la CEPB conformó una comisión multisectorial para consensuar una propuesta. Por su lado, el Gobierno manifestó su “apertura” para escuchar antes de emitir la citada reglamentación.

Mientras los que están en el poder tienen una vida relativamente fácil basada en el uso y dispendio de fondos públicos, los sectores productivos atraviesan momentos delicados y sus trabajadores sufren de la misma manera. En muchos casos se ha cortado la cadena de pagos o los pagos se demoran muchísimo, sobre todo cuando se trata de contratos con entes gubernamentales. En definitiva, se han debilitado seriamente varios sectores productivos.

Urge concretar el anunciado diálogo y procurar acuerdos que minimicen el impacto negativo de una medida a todas luces demagógica. Ya se verán las alternativas posibles, resulta prematuro especular al respecto, pero sí debemos reiterar que urge el diálogo, este no puede esperar.

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