Opinión

Una vez más, Palmasola

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21 de marzo de 2018, 4:00 AM
21 de marzo de 2018, 4:00 AM

La madrugada del miércoles 14/03, hubo una requisa en el interior del penal más poblado del país, Palmasola, que tiene más de 5.000 reclusos, muchos de los cuales llevan años dentro bajo una detención preventiva, sin que un debido proceso demuestre si cometieron o no el delito por el cual se los juzga, a pesar de que la Constitución establece que se presume la inocencia mientras no se demuestre la culpabilidad. 

Ahora bien, según se informó en los medios de comunicación, la intervención comenzó en la madrugada, con más de 2.000 uniformados, quienes crearon un cordón alrededor de la cárcel para evitar problemas con los vecinos y la gente que transita por el lugar. 

No obstante, hubo enfrentamientos entre los reos y la Policía, donde los internos se opusieron de manera violenta al operativo realizado. En consecuencia, la requisa terminó con siete reos fallecidos y seis policías heridos. Además, en la requisa se halló drogas, alcohol, garrafas y armas de grueso calibre. 

Todo esto evidencia que existe una pugna de poder dentro de la cárcel, por ello los últimos acontecimientos, tales como el intento de motín (5 de marzo) que derivó en la fuga de seis reclusos, el traslado de reos a otros penales y el reciente contrafuego dentro del presidio. 

Otra vez, como cárcel, Palmasola contradice los fines que se enarbolan para justificarla, donde quienes están detenidos indebidamente tengan que ser victimizados diariamente por los criminales que ya fueron juzgados por delitos graves (sentenciados), ya que si no tienen plata y están encerrados, particularmente su condena se materializa en condiciones inhumanas. En cambio, quienes mandan (criminales peligrosos) viven con lujos, como reyes. 

Todo esto, más lo sucedido, es reprochable. Sobre todo que hasta la fecha se siga permitiendo que las reglas de convivencia y el control disciplinario permanezcan en manos de los criminales más peligrosos dentro del penal. Esperemos que esta vez, las autoridades actúen. Y sus discursos no sean una cortina de humo más, motivada por la coyuntura actual.

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