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2 de julio de 2019, 4:00 AM
2 de julio de 2019, 4:00 AM

El fin de semana ha sido muy generoso en noticias provocadoras de buenas energías colectivas. La derrota del futbol se vio compensada por tres resultados que nos ilusionan, ninguno como producto del azar, la suerte o las coyunturas, sino el resultado de una voluntad que aprovecha la capacidad, la moldea y la comparte para generar asombros.

La primera ha sido el triunfo logrado con un temple inquebrantable, Hugo Dellien se coronó campeón del Challenger de Milán en el torneo cumplido el domingo pasado en el Aspria Harbour Club de la capital italiana. La práctica del tenis viene antecedida de una falta de referentes nacionales, escasez de infraestructura masiva y con la dificultad de afrontar viajes sin respaldos para disputar torneos de nivel; se le reconoce al deportista que “se ha forjado a sí mismo” y que su historia no pueda presentarse como un triunfo del país pues ha sido lograda por su autosuficiencia, capacidad de sacrificio y amor por el tenis. Seguramente, hoy martes 2 de julio cuando participe en Wimbledon enfrentando al australiano John Millman, otro será el escenario.

Como diría Edgar Lora Gumiel, los aplausos con raquetas de oro para Dellien, y el viva con do de pecho por Leo Rosas, Bárbara, el film del cineasta boliviano Pedro Antonio Gutiérrez que figuraba entre las favoritas para el título de Mejor Película del Año en Miami, ha recibido la ovación al obtener la calificación de mejor largometraje de ficción en el Mindie - Miami Independent Film Festival 2019, el domingo 30 de junio; entre un total de 962 películas de 64 Países que participaron en la competencia, fue seleccionada como lo “mejor de lo mejor” del festival.

En este esfuerzo por mantener nuestra capacidad de asombro positivo, me pregunté ¿qué tiene Leo Rosas, joven de 20 años para generar el espíritu que está produciendo? ¿Es de verdad, o no se trata de otra construcción de oropel? Luego de dedicarle investigación en las redes y escucharlo, constato que además de una voz privilegiada, es en lo humano donde destaca con suficiencia y aplomo. Con una sonrisa imbatible, la actitud auténtica y la palabra serena, Leo ha terminado imponiéndose frente a un jurado exigente llegando hasta donde lo ha hecho. Desconozco el resultado final a la hora de escribir estas líneas, pero lo alcanzado es más que notable en el certamen La Voz México en su octava temporada.

En esta apertura de reconocimientos al esfuerzo, la constancia y la calidad humana, recordé la palabra de Magela Baudoin que con su novela El sonido de la H, recibió el Premio Nacional de Novela 2014 (Santillana-Bolivia), y con el libro de cuentos La composición de la sal (Plural 2014), ganó el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en su convocatoria de 2015, desde Colombia. Magela nos hizo respirar orgullosamente profundo cuando recibimos la noticia al comprobar que nuestras letras son universales.

¿Dónde están los vasos comunicantes de estas 4 personas y las otras, miles, que pueblan nuestra geografía humana y territorial y que tienen sus propios talentos? Por la evidencia, ninguna proviene de una política pública que aliente, fomente y fortalezca las capacidades, reconocidas internacionalmente y que tan generosamente hoy nos comparten. Queda claro, también, que estamos frente a una capacidad desarrollada a costa de esfuerzos individuales, familiares o empresariales, posibles por la tozudez y persistencia de sus actores, lejos de la improvisación, el favoritismo y la corrupción.

Hugo, Pedro Antonio, Leo y Magela, lo lograron. Estas son las historias que necesitamos cultivar y multiplicar. Hagamos el esfuerzo de seguir buscándolas, por el bien de todos.

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