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17 de mayo de 2019, 4:00 AM
17 de mayo de 2019, 4:00 AM

La ciudad experimenta un acelerado crecimiento de su oferta inmobiliaria. De manera sostenida edificios, casas y condominios cerrados irrumpen en el paisaje urbano, cual flores en primavera. Para la mayoría de sus orgullosos propietarios, son la materialización de un sueño familiar, que en ocasiones se convierte en una pesadilla. Se debe a la combinación de dos factores: el método de comercialización en preventa y la proliferación de nuevos ‘constructores’ sin experiencia ni solvencia para afrontar los proyectos que ofrecen.

El sistema de preventa, tanto la compra en blanco, cuando solo existe planos y permisos de edificación, y en verde, cuando el inmueble ya está en construcción, es una práctica muy conveniente. Permite a los compradores obtener mejores precios y ubicaciones y a los constructores acelerar ventas y disminuir la necesidad de financiamiento. Sin embargo, quien compra asume el riesgo de que el proyecto no se concluya, no tenga la calidad ofrecida o que su construcción se dilate en el tiempo ostensiblemente, lo cual es especialmente doloroso en un mercado poco maduro como el nuestro, donde aún no hay seguros ni normativa que brinden protección al cliente. Sin duda, algunos compradores buscan ganar con el Trading, es decir, dar un pequeño aporte inicial y firmar una promesa de compraventa para luego, a la conclusión del inmueble, ceder su derecho de compra a un tercero por un precio mayor. No obstante, la mayoría solo anhela un hogar, por lo que no es ningún consuelo cuando, como gran cosa, y después de arduas negociaciones y tras muchos retrasos en la construcción, se les ofrece la devolución de su aporte inicial. Lamentablemente, abundan desarrollos inmobiliarios cuyo accionar raya en la estafa, porque luego de años de comercialización y con vecinos ya habitándolos no construyen las áreas comunes prometidas. Incluso, se venden proyectos sin licencia ambiental a vista y paciencia de las autoridades competentes.

Por ende, es fundamental la labor de asesoramiento comercial y legal que deben brindar a los potenciales propietarios las corredoras de propiedades de renombre establecidas en el mercado, verificando que los vendedores sean empresas con experiencia, de reconocido prestigio y tengan las espaldas financieras para la conclusión de la obra. Quienes construyen deben meditar en esto: “¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” Lc 14:28. De lo contrario, el mercado inmobiliario local seguirá siendo un negocio con muy pocas raíces.

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