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23 de febrero de 2018, 4:00 AM
23 de febrero de 2018, 4:00 AM

La deficitaria cultura del debate público en Bolivia, donde faltan argumentos sustentados y niveles de auténtico diálogo, es la que promueve que seamos territorio abonado para la circulación de noticias falsas en las redes sociales. Difundimos y creemos en la veracidad de lo que nos mandan, con una alta dosis de emoción cuando los mensajes corresponden a nuestro sentir. La noticias falsas y la posverdad están ligadas. Las noticias  que nos llegan -si se corresponden con nuestras ideas políticas- son difundidas antes de llegar a una mínima verificación de las fuentes y en muchos casos sin sustentar la racionalidad de las mismas.

Cuando hay situaciones de crisis y movilizaciones sociales, con alta dosis de polarización y argumentación, las habilidades críticas disminuyen. La posverdad es lo que creemos llevados por la emoción y por un discurso dado, “la verdad emocional” más allá de los hechos objetivos y de la llamada veracidad de la información. Al final, la posverdad se trata de creer lo que queremos creer, más allá de las evidencias y pruebas de verificación.

Al respecto, Claire Wardle de First Draw News, experta en este tema, dice que no se trata solamente de formar personas en recepción crítica de los medios, se trata de enseñar a las personas a dudar de sus reacciones instintivas. Ella afirma que: “Si te molesta increíblemente un contenido o te sientes petulante (porque han ratificado tu punto de vista), mira otra vez”. La responsabilidad de cualificar el debate público es de todos. Y hay que hacerlo para abrir la posibilidad de diálogo, ya que las redes forman parte del espacio público donde hablamos de lo que nos importa a todos.

Las posibilidades que brindan las redes para una mayor participación de personas para expresarse, hacen que en este espacio tengamos que fortalecer el debate ciudadano y cualificarlo. Para ello, necesitamos volver a revisar para qué usamos las redes. ¿Para dialogar, para conocer al otro?, ¿para compartir?, ¿para difundir sin escuchar? ¿para ratificar lo que pensamos y seguir en la burbuja que implica estar inmersos en nuestra elegida comunidad virtual? (como diría Zigmunt Bauman).

En este escenario, el periodismo se encuentra ante un gran desafío. Tiene la responsabilidad mayor de verificar las fuentes y de constituirse en un referente de credibilidad, en un espacio en el que las posibilidades de difusión de quien quiera difundir son casi ilimitadas. De hecho, hay autores que consideran que las noticias falsas como las conocemos hasta ahora, son solo el comienzo. Vienen tiempos complicados para el ejercicio ciudadano del derecho a informarse con alguna objetividad y contar con herramientas que permitan participar en las decisiones sobre el espacio común.

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