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23 de noviembre de 2017, 4:00 AM
23 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Una leyenda cuenta  que dos niños estaban  patinando y uno de ellos cae al agua helada. El amigo desesperado lo ve ahogarse irremediablemente y  ve una piedra y golpea una y otra vez  hasta sacar y salvar a su amiguito. La gente cuando acudió al lugar se preguntaba: “¿Cómo lo hizo?, ¡es un niño!”. Y un anciano murmuró: "Yo lo sé... No había nadie a su lado que le dijera que no podía  hacerlo". 

La Alcaldía Municipal de Santa Cruz de la Sierra ha tenido la osadía  de atreverse a ordenar los mercados, pero además ha anunciado que el 2018 seguirá con el transporte. Subrayo osadía porque la capital de Santa Cruz cuenta con más de 50.000 comerciantes internos, externos y ambulantes, desordenados y asentados donde sus conductores los dirigen; pero además, temidos por los políticos a quienes este gigantesco sector ha amenazado siempre con ‘quitarles respaldo en las urnas y otros apoyos’, logrando así que el cálculo político e intereses de malos funcionarios le ganen siempre a la ciudad y a los intentos de ordenar que llevan dos décadas y que han vuelto a fojas cero. Asimismo, Santa Cruz tiene más del 40% del parque automotor de Bolivia. Un verdadero problema para ‘la ciudad  imán’.  

Desde hace 10 años, la Alcaldía de la capital cruceña empezó con decisión y voluntad política a hacer autonomía desconcentrando servicios. Hoy en día no hay un solo distrito de los 15 de la capital que no tenga hospitales y centros equipados con tecnología moderna, salud gratuita, infraestructura escolar, bibliotecas, parques urbanos arborizados, plazas, centros de justicia, estaciones policiales y cerca de 70 mercados distritales, además  de una red vial y de transporte.

Si los habitantes de cualquier distrito deciden usar toda la infraestructura pública y privada (banca, farmacias,  clínicas, colegios particulares, empresas, comercio, etc.) no habría  razón para que el centro de la ciudad, donde solo vive un 30% de los ciudadanos (hasta el tercer anillo), sea el área más convulsionada y caótica, debido a la afluencia  de público a tres mercados: Abasto, La Ramada y Los Pozos. Además, son zonas donde se concentran los mayores  focos de calor, la mayor cantidad de basura y el expendio de alimentos de la canasta familiar en condiciones de alto riesgo de contaminación  y deterioro. 

Más de 600 camiones de alto tonelaje provenientes de otras ciudades productoras ingresaban a diario al mercado Abasto para distribuir sus productos a minoristas de dentro y fuera del mercado. Un verdadero caos. 

Se ha iniciado el plan de ordenamiento de mercados. El salvataje de un centro ahogado y de espacios públicos avasallados. Las rotondas, los camellones, las calzadas, al igual que en la Feria de Barrio Lindo (inmenso centro comercial privado donde se mueven 20 millones de dólares mensuales) y otros. 

Es difícil que la limpieza y el orden sean la regla y no la excepción en el desorden y la anarquía; como difícil que las líneas de micro y los taxis acepten cambios de ruta de este centro, colapsados por un tráfico insostenible a los centros  de servicios distritales; difícil, pero no imposible. 

Los ciudadanos, acostumbrados a comprar al paso, a parquear al lado del ambulante, somos parte del problema y tendremos que imponernos.
No comprar en los espacios públicos y no parquear en cualquier parte.  

Para que no haya pretextos, excusas ni argumentos, el municipio ha construido monumentales mercados e iniciado el traslado de los comerciantes. Sería mezquino no felicitar a las autoridades municipales y no apoyarlas en lo que será la verdadera revitalización de la ciudad, pero además poner nuestro granito de arena para romper ese hielo duro de la leyenda y salvar a nuestra ciudad de la anarquía, respetando derechos cuando no perjudiquen al bien colectivo, apoyando lo bueno, no solo con el aplauso en WhatsApp o el like en Facebook, sino en un cambio de conducta general y un rechazo contundente al desorden.

"Se puede,  hagámoslo juntos",  es el mensaje del gobierno municipal. Hoy no es momento de la crítica ni de las mezquindades políticas, es momento de Santa Cruz de la Sierra,  la ciudad que amamos.

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