Opinión

Santa Cruz de la Sierra, centro integrador y área estratégica

El Deber logo
30 de septiembre de 2018, 4:00 AM
30 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Introducción

Según registra el Acta de Constitución de la República de Bolivia, del 6 de agosto de 1825, los delegados cruceños Antonio Seoane y Vicente Caballero votaron por incorporarse al nuevo Estado. Santa Cruz no era parte de las Provincias Altas; su adhesión fue voluntaria y probó su bolivianismo desde el nacimiento del país. Ya en 1828, tropas cruceñas al mando de Agustín Saavedra Paz repelieron la invasión brasileña de Chiquitos. El 18 de noviembre de 1841 nuestras armas se cubrieron de gloria en la batalla de Ingavi. El exitoso enfrentamiento consolidó la independencia e integridad de Bolivia con la derrota definitiva de Gamarra y facciones pro peruanas que lo acompañaban. Los libros oficiales de historia minimizan la participación de Santa Cruz en la más importante victoria militar de la patria. Dos cruceños fueron pieza clave con sus cargas de caballería: Agustín Saavedra Paz y Marceliano Montero. Estos ilustres soldados son prácticamente ignorados en La Paz. En el Pacífico, en el Acre, en el Chaco, se derramó sangre cruceña en defensa de Bolivia. Así pues, cabe rechazar enfáticamente cualquier duda sobre el sentido nacional cruceño.

El notable Memorándum de 1904 -presentado por la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz mientras en la sede de Gobierno se formalizaba el tratado con Chile que consolidaba la pérdida del Litoral- no mereció ni un somero vistazo de los mandantes bolivianos encerrados en la hoyada paceña. Para ellos el resto del país era una mera carga geográfica. Tal proceder produjo graves amputaciones territoriales.

He aquí otros más recientes aportes cruceños a Bolivia: regalías, apoyo a la democracia, elección de alcaldes y prefectos (hoy gobernadores), instauración de procesos autonómicos, un alto porcentaje del PIB y la positiva asimilación de centenares de miles de migrantes del interior que encontraron acá su destino. Más nacional que esto, imposible. Sin embargo, se le sigue endilgando a Santa Cruz el “no pensar nacionalmente”. En realidad, lo del tal “pensamiento nacional” significa pensar como si uno estuviera en La Paz; es una falacia total. Hoy lo más nacional es lo cruceño, acá estamos todos y para todos.

Bolivia nació mal -como afirmó Jaime Mendoza-, pero tuvo la virtud de querer ser libre. Al mal nacimiento se sumó la falta de dominio del propio espacio. Bolivia aprovechó las ventajas de su ubicación y se dejó aprisionar por las desventajas. Aunque desde la Cancillería se pregonó el rol boliviano de ser tierra de contactos y no de antagonismos, tampoco se cumplió con ese vital papel. Seguimos siendo un país semiaislado, poco unido y conflictivo. Para colmo, se crearon demagógicamente 36 “naciones” en torno a etnias cuyo conjunto más bien debe ser una sola e indivisible Nación Boliviana.

Santa Cruz como centro geopolítico e integrador

El águila es el emblema preferido de los imperios. Esas aves tienen una visión de extraordinario alcance. La geopolítica es la perspectiva general de la historia inmersa en la dinámica del espacio; refleja algo así como la visión combinada del águila con la gestación de pensamientos continentales. La mirada de alto nivel también cabe al examinar espacios menores. Como lo vaticinó el capitán brasileño Mario Travassos en 1930, Santa Cruz de la Sierra sería solicitada por los cuatro puntos cardinales de su amplia geografía. Y tómese en cuenta que entonces la capital oriental era apenas una aldea.

Santa Cruz de la Sierra gravita sobre cuatro ejes: a) hacia occidente, con valles cordilleranos y el macizo andino; b) hacia el oriente las serranías chiquitanas, Mato Grosso y el Planalto brasileño; c) al norte hacia ríos y territorios amazónicos; d) hacia el sur ríos y territorios de naturaleza chaqueña y platense. Santa Cruz de la Sierra es el punto de encuentro de estas subregiones dotadas de inmensos recursos naturales. En el hinterland de la periferia hay ciudades más grandes y modernas, pero ninguna puede competir con Santa Cruz de la Sierra en su cualidad única de ser el nudo del espacio interior subcontinental. No en vano el prócer argentino Bartolomé Mitre afirmó a fines del Siglo XIX: “El porvenir de Bolivia no está al occidente, sino en la parte donde nace el sol, en el oriente”.

Aspectos geopolíticos y macrorregiones

Un informe sobre desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) mencionó la importancia de la macrorregión formada por SC y estados brasileños circundantes. Si agregamos Beni, Pando, Chuquisaca, Tarija y Cochabamba, tenemos en términos geopolíticos una vasta zona amazónico-platense con dos salidas al Atlántico y conexiones hacia el Pacífico. El centro de esta macrorregión extendida yace en Santa Cruz de la Sierra, pero lamentablemente es un ‘heartland’ no efectivo, le falta fuerza. Un dañino centralismo restringe su impulso y no percibe el daño que se autoinflige al proceder así.

Al final, en geopolítica -una vez definidas posición y situación- lo que queda es el poder. Y poder efectivo es lo que Santa Cruz de la Sierra aún no tiene. El Estado Boliviano, regido desde el altiplano, le marca rumbos incoherentes, sin percibir que con ello se pega un tiro en el pecho, ya no en el pie. La incapacidad de irradiar influencias ha hecho que el potencial pivote cruceño sea solo un área estratégica, concepto de relevancia, pero ciertamente de menor calibre que el ser núcleo dinámico. Toda la geografía favorable del mundo es inútil sin poder y dominio efectivo del territorio; la mera ocupación no basta. Pero la posibilidad de ser centro geopolítico está ahí, yace en la misma geografía. Será realidad cuando desde los Andes finalmente se perciba que con Santa Cruz de la Sierra como eje neurálgico regional, el progreso de toda Bolivia será incontenible.

El triángulo alimentario del mundo

Durante un panel organizado en Buenos Aires en 2016 por el diario La Nación se vertieron interesantes conceptos acerca del potencial agropecuario de la región. Ricardo Yapur, presidente de Rizobacter (empresa de semillas y fertilizantes) informó que expertos del poderoso consorcio francés De Sangosse habían proyectado un triángulo imaginario entre San Pablo, Santa Cruz de la Sierra y Bahía Blanca. Agregó: “Desde ese triángulo saldrá la comida del mundo, porque allí hay espacio de sobra y tiene una población lo suficientemente educada para entender las nuevas tecnologías”. El triángulo ostenta una posición privilegiada para producir y exportar alimentos. Como se ve, acá no hay fanatismos regionales ni nada de eso. Niveles de relevancia mundial consideran a Santa Cruz de la Sierra como un vértice del triángulo de la alimentación planetaria y mientras, en nuestro país no faltan quienes ignoran o desdeñan estos temas. Todo pueblo con capacidad de exportar excedentes de comida goza de un ‘plus’ especial en la arena global. El oriente boliviano puede incrementar exponencialmente su producción con estímulos que permitan explotaciones agropecuarias masivas y extensivas.

Conclusiones

Como corolario de axiomas derivados de la geografía política y pese al centralismo, el departamento ya es líder y apunta con mayor ímpetu hacia el porvenir. Es un destino que los cruceños deberán asumir con alto sentido nacional. Lo conseguido se logró con propio esfuerzo y el de los hermanos del interior que eligieron a esta tierra oriental como suya. Y siempre, hasta hoy, luchando contra un incomprensible centralismo. Pero al final, la pujanza oriental prevaleció y está a la vista. Bolivia, de la mano de Santa Cruz y con Santa Cruz, tendrá un venturoso destino.

Tags