Opinión

OPINIÓN

Rex Tillerson y los herederos de Gengis Khan

El Deber logo
11 de febrero de 2018, 23:24 PM
11 de febrero de 2018, 23:24 PM

Durante su gira por Latinoamérica el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, se manifestó contrario a las inversiones de Rusia y China. Se olvidó mencionar que ante la falta de inversiones de EEUU, los países de la región gustosamente han aceptado el ingreso de capitales e inversiones tanto rusos como chinos. En lugar de quejarse, Tillerson debería promover el retorno de capitales de USA al ámbito latinoamericano.

El jerarca de la política exterior norteamericana nombró  como “preocupación” a los dos herederos contemporáneos del olfato espacial que tuvo en su época Gengis Khan. A chinos y rusos les quedó en la sangre el sentido del espacio como arma, el arte de no dar muerte al adversario sino de estrangularlo, de expoliarlo por medio del bloqueo, de desviarle el agua, o de quitarle la tierra que lo nutre y hasta el aire que respira.

Esta dura evaluación del espacio alguna vez la tuvo EEUU en la época de su Destino Manifiesto, cuando adquirió tierras mediante amenazas, adquisiciones y por las armas. En apenas 120 años conquistó la totalidad de su actual superficie. Al imperio eslavo su antiguo territorio le costó 650 años de luchas y aún no se repone Moscú de las graves pérdidas que tuvo al disolverse la URSS en 1991.

Actualmente Washington ha perdido parte de su rumbo estratégico. Rusos y chinos sí mantienen su visión del espacio, visión que Norteamérica tiende a perder; ahora casi todo lo ve desde el punto de vista comercial o del de la lucha contra el terrorismo, ya no más en términos geopolíticos, como lo hizo otrora. 

China hoy tiene mayores ventajas que Rusia y está hasta en condiciones de enfrentar a EEUU. Los orientales ostentan un territorio casi tan grande como el de Rusia, pero con 1.400 millones de habitantes en lugar de sus magros 140 millones  y están muy por encima de los 325 millones de USA. Durante mucho tiempo el pensamiento estratégico continental pareció quedar pasado de moda. Se miraba solo la coyuntura, el punto preciso del mapa y no la gran imagen. Ese error costó caro. 


El pequeño Ducado de Moscú con su visión espacial generó la potencia mundial de los soviets. Beijing hace ahora lo mismo en función de continentes. Pese a sus disparidades, Moscú y Beijing tienen aún aquello que  en Occidente -EEUU y las potencias europeas- por temor de ser tildados de ‘imperialistas’ perdieron casi irremisiblemente y que von Lohausen definió:  el coraje para  el poder.

Tags