Opinión

Respuestas necesarias ante la desolación

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18 de febrero de 2018, 10:00 AM
18 de febrero de 2018, 10:00 AM

Un saldo inquietante es el que dejan dos explosiones en Oruro durante el Carnaval. 12 personas fallecidas y 57 heridas son apenas las cifras de este drama; detrás de esos números hay familias devastadas, un departamento que no logra salir del miedo y la desolación, así como un país desconcertado y ansioso de luces, de explicaciones serias y responsables acerca de lo acontecido.

La primera explosión ocurrió el sábado mientras se desarrollaba la fastuosa entrada del Carnaval más conocido y visitado de Bolivia, a solo una cuadra de este espectáculo y en una calle que estaba saturada de gente. La explicación inicial hablaba de la fuga de gas de una garrafa, pero esa versión fue puesta en duda hasta por el presidente Morales, y finalmente se confirmó que hubo una conexión entre ambas detonaciones; en el segundo hecho (ocurrido el martes) se utilizó dinamita y anfo (potentes explosivos utilizados para la actividad minera). El evento del martes fue seguido de mensajes, audios, fotos y videos que se regaron a través de las redes sociales. Según el Gobierno, estos generaron pánico innecesario en Oruro. Además, políticos del oficialismo y de la oposición utilizaron el hecho para cargar contra el adversario, en una actitud insensible e irresponsable. Esto deja una lección a toda la sociedad para que los individuos no repliquemos cualquier mensaje como si fuera cierto, ya que las consecuencias pueden ser graves para la colectividad.

Frente a la incertidumbre que genera un hecho de esas características, ha faltado información oportuna, que espante la sensación de desprotección que sintieron los orureños y los bolivianos en general durante las horas posteriores a las explosiones. Si bien se necesita tiempo para una investigación seria y responsable, es importante que las autoridades del Gobierno se muestren y den certezas acerca de su trabajo y la necesaria serenidad que demandaba el momento. El silencio solo da pie a las especulaciones y murmuraciones que solo causan daño.

Por otro lado, resurge la preocupación sobre la venta y el uso indiscriminado de dinamita y anfo. Son materiales empleados en la minería, pero se venden en tiendas de barrio, se usan para protestas sociales y también para saldar rencillas. El Gobierno debe dar fin a esta discrecionalidad para que no vuelva a ocurrir.

A lo anterior se suma la falta de autonomía en Oruro para atender a pacientes en situación grave. Los heridos que tenían cuadros más complicados fueron llevados a La Paz. Esto muestra con claridad dónde deben estar dirigidas las mayores inversiones del Estado, a fin de dejar de gastar dinero en infraestructuras que nadie utiliza.

La vida de 12 personas y la tranquilidad del país demandan no solo información precisa y responsable, sino también acciones contundentes que señalen que este tipo de hechos no se repetirán.

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