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16 de octubre de 2018, 4:00 AM
16 de octubre de 2018, 4:00 AM

Los plazos políticos se aceleran, y ello producirá decisiones inexorables para cumplir con los cronogramas electorales. En el campo no masista y relacionados con las opciones democráticas habrá por lo menos las candidaturas de Carlos Mesa (FRI), Samuel Doria Medina (UN), Rubén Costas (Demócratas) y Víctor Hugo Cárdenas (MNR). Con el mayor de los respetos, existirán otras candidaturas que serán inevitables, pero que no gravitaran en el escenario político final. En torno a esas cuatro opciones deberán reflexionar e integrarse en alianzas las 92 organizaciones territoriales existentes, departamentales y municipales, y las plataformas ciudadanas, que han remozado la capacidad de movilización ciudadana.

A los estrategas de las cuatro opciones políticas con posibilidades mayores solo cabría sugerirles que las necesidades de mantener el protagonismo y los nervios no generen confrontaciones innecesarias, imponiéndose la cordura. Una de ellas será el próximo presidente y se necesitarán todas para la segunda vuelta, como lo saben los estrategas del MAS, al haber iniciado su tarea de distraer con candidaturas falsas como señuelos para despistados.

Para facilitar la comprensión y volumen de los acontecimientos que se avecinan, comparto una Ruta Crítica:

1. Formación de coaliciones programáticas que disminuyan el número de candidatos que ingresarán a las primarias.

2. Que luego de realizadas las primarias, algún partido político reconozca que no tiene muchas posibilidades y prefiera sumar sus fuerzas a otro con más opciones.

3. Que el sistema de sondeos, encuestas, grupos focales, opiniones públicas, investigaciones, ayude a orientar a la ciudadanía sobre las opciones que puedan tener más oportunidades.

4. Que un candidato, de manera natural, ofrezca una opción de propuesta y liderazgo que despierte mayor entusiasmo electoral y la atención se dirija hacia él.

5. Que los ciudadanos, en su inteligencia, definan un voto útil en favor de la democracia y de manera práctica orienten su decisión hacia quien tenga más posibilidades, evitando el voto disperso.

En cualquier caso, estamos frente a algunas cuestiones previas que resultan imprescindibles de analizarse por la coyuntura política, ratificando que las condiciones propuestas no desconocen el referéndum del 21-F y, por el contrario, sostienen su cumplimiento respecto a la pretendida e ilegal candidatura del presidente Morales. ¿Cómo se terminará de resolver este aspecto? Le corresponderá al Órgano Electoral Plurinacional emitir su criterio el 8 de diciembre.

Existen otras preguntas. ¿Respetará el MAS una derrota electoral en el caso de producirse, entregando el Gobierno de manera democrática y pacífica? Y de producirse la transición, ¿respetará el triunfo y dejará gobernar al nuevo Gobierno sin crearle una situación de agitación y malestar permanente para buscar su desestabilización?

Comprendamos que estas preguntas, que tendrían respuesta obvia y contundente en cualquier Estado democrático, necesitamos formularlas reconociendo que las dudas no son menores ni descabelladas, tomando en cuenta las declaraciones de autoridades gubernamentales. En ejercicio de nuestra ciudadanía radical, debemos ratificar firmemente que la voluntad de unos cuantos no puede desconocer la voluntad de la mayoría popular, sino bajo aprestos antidemocráticos.

El camino señala el fin de este modelo autoritario de gobierno. 14 años son suficientes.

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