Opinión

Refundación o restructuración

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17 de marzo de 2019, 4:00 AM
17 de marzo de 2019, 4:00 AM

En las década de los 50 del siglo pasado comenzó a gestarse la Cooperativa de Teléfonos (Cotas). A principios de los sesenta, se consolidó y se puso en funcionamiento su primera central telefónica con capacidad inicial de 2.000 líneas. Las líneas se fueron expandiendo al ritmo del crecimiento social y económico de Santa Cruz. En los noventa, existiendo mayor demanda, se puso en marcha la polémica sexta serie, el costo de una línea superaba fácilmente los mil dólares. Era aún la época en que tener una línea telefónica, un fax, un beeper, o poder hacer o recibir una llamada internacional, eran signos de bienestar.

En 1998 Cotas dejó de ser exclusivamente cooperativa telefónica y se convirtió en Cooperativa de Telecomunicaciones e incorporó nuevos servicios como internet y televisión por cable, siendo el mercado de las telecomunicaciones para nuestra época el boom, por su carácter estratégico vinculado al desarrollo social, económico y comercial.

Cotas, a decir de sus personeros, cuenta en la actualidad con más de cien miles socios y usuarios, quienes irónicamente siendo parte de una cooperativa de telecomunicaciones, ignoran sus derechos, no saben cómo se administra, si su cooperativa genera utilidades, o quiénes pueden ser designados consejeros, etc. Es decir, que las telecomunicaciones, teniendo distintas herramientas, no han servido para informar, educar o fomentar la participación, que son principios sagrados del cooperativismo.

Más de 15.000 televisores, laptops, playstation, y un largo etc., forman parte de un nudo ciego de intereses, vinculados con un burdo negociado que han vuelto a poner en el ojo de la tormenta a esta cooperativa, como pasó el año 1997 cuando uno de sus pioneros, José Gutiérrez, encabezó una movilización de socios indignados por los malos manejos de esa época y que apuntaban a miembros de una logia incrustada en la cooperativa.

Se logró en aquella oportunidad descabezar a sus consejeros, cuyo gerente general, por dar una referencia, percibía un abultado salario de $us 18.000, además de gastos de representación. Sin embargo, ante la arremetida de los socios (llamados chompas rojas), luego de una célebre asamblea, muy hábilmente se dieron modos para renovar los estatutos de la cooperativa e idearse una fórmula para limitar la participación por medio de pseudo representantes distritales que gozan de dádivas (regalos, cenas, concursos), que los terminan anestesiando y alejando de un verdadero rol de fiscalización.

Sin información, participación, igualdad ni democracia, los mismos estatutos, y un grupo de poder contrario a la meritocracia y la rendición de cuentas como directrices de gestión, Cotas seguirá a tropiezos, cada vez más alejada de los principios y el modelo cooperativista con el que exitosamente se desarrolló. Hoy son las ‘cuotingas’, ayer fue la sexta serie, la compra de un periódico quebrado, y quién sabe qué habrá pasado con los ‘tipazos’, las ‘líneas gemelas’, el club Cotas, entre otros negocios más fuertes.

Cotas se encuentra, por las circunstancias, ante el dilema de encarar su refundación, que implica hacer cambios sustanciales para retornar a sus principios originales, o promover una reestructuración, haciendo modificaciones en su organización y niveles de mando. El repudiado desfalco, estafa o saqueo debe ser la oportunidad para refundar o reestructurar una cooperativa ícono del desarrollo cruceño.

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