Opinión

Rastros de una entrevista

El Deber logo
5 de marzo de 2018, 4:00 AM
5 de marzo de 2018, 4:00 AM

Una semana después de su publicación, las declaraciones del vicepresidente en una entrevista con EL DEBER continúan con un eco belicoso capaz de entretener las discusiones políticas durante largo tiempo, a menos que intervengan nuevos elementos que disipen el ambiente de pólvora que levantaron. De manera especial, los analistas han dedicado atención a la frase de que el Gobierno y su partido no van a apartarse del poder “por un apego abstracto a la norma”. Equivalía a decir que será necesario algo más que la voluntad expresada en votos para producir alternabilidad en el ejercicio del poder, elemento esencial de la democracia.

No debería haber sorpresa, pues no es extraña la intención del presidente y de quienes lo secundan de permanecer al mando del país por siquiera 500 años, más o menos el tiempo que medió entre la llegada de los españoles a América y las elecciones en las que triunfó el presidente Morales para poner fin a un proceso de “subalternidad”. De la lectura de la entrevista se concluye que, antes de Colón, toda la historia de esta parte del mundo fue monolítica, que Huáscar y Atahuallpa no se dividieron y que esa “subalternidad”, que se supone superada desde 2006, retornará si el presidente Morales no es candidato presidencial otra vez. Fuera de lo cuestionable de la afirmación y del dictamen categórico de que “eso no pasará”, el vicepresidente García Linera tuvo otras expresiones que aún yacen en penumbras, incluso entre las multitudes que en los últimos años ingresaron a la categoría de la clase media. Un ejemplo inmediato es el “malestar moral” o también “indignación moral”, condiciones para las cuales no es fácil una traducción que las corporalice.

Sobre la bandeja de conceptos también brillan otras afirmaciones. Sin ningún respaldo comprobable, el vicepresidente aseguró que el 21 de febrero, cuyo origen y significación pasó por alto, en Santa Cruz “nosotros sacamos 150.000 y ellos no llegaron ni a 10.000”. Pregunten al azar a una persona en la calle si el cálculo es correcto y anoten la respuesta. Luego está la mención a “la movilización popular, muy plebeya” de la gente humilde que apoya al Gobierno. Tiendo a creer que al escuchar “plebeyo”, mucha gente asociará el adjetivo más a un conocido vals peruano que a una forma despectiva de hablar de sectores populares. No se sabe si el compositor Federico Pinglo Alva (1899-1936) se habría sentido lisonjeado. 

Tags