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21 de septiembre de 2018, 4:00 AM
21 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Estoy entre los bolivianos que admiramos la historia y la cultura milenaria de China y contemplamos impresionados su esfuerzo desde 1949 para salir de un atraso secular hasta un desarrollo moderno; sin embargo, como no podría ser de otra manera, amo más a Bolivia, a sus habitantes y a su naturaleza.

Por ello, no deja de preocuparme -incluso de provocarme enojo- las permanentes noticias difundidas por los medios de comunicación o por el boca a boca que cuentan sobre los abusos de las empresas chinas contra los bolivianos y los atentados contra la fauna de la nación.

No se trata de propaganda “de la derecha”, sino de datos cotidianos. El maltrato a los trabajadores no es una excepción y los anuncios de superar aquellas maldades no son más que eso, anuncios. Hay casos que conocemos por informes personales de los afectados, como una jefa china que intentó arañar a su subalterna boliviana porque no entregó las fotocopias con la rapidez que ella exigía.

Los casos más dramáticos son los ejercitados de forma colectiva y regular contra obreros eventuales. Ahí la ausencia de la legislación laboral boliviana y de acciones efectivas de las autoridades es un drama. ¿Por qué el Ministerio de Trabajo no inspecciona con la drasticidad que emplea contra los medios de comunicación?

¿Por qué no informa en qué condiciones trabajan los contratados para realizar carreteras en diferentes departamentos del país que, dicho sea de paso, fueron adjudicadas sin procesos transparentes a empresas chinas? Además de las huelgas de los bolivianos en los últimos años, denunciando las pésimas condiciones, habría que mostrar cuántos asiáticos trabajan ahí y bajo qué legislación.

Un caso reciente, silenciado, es el de los obreros en el salar de Uyuni. Al parecer, por lo que cuentan, los bolivianos duermen en galpones más cómodos. En cambio, los obreros chinos descansan en carpas a pesar de las condiciones climáticas, no tienen servicios salvo cuando van al pueblo cada dos o tres semanas. En Uyuni se comenta sobre su agresividad pues llegan sucios, malolientes y con deseos de prostitutas. ¿Sería mucho pedir una comisión legislativa acompañada por periodistas para ver in situ y recolectar allá las evidencias?

El caso del contrabando de colmillos de jaguar y las abortadas audiencias judiciales para castigar a la banda china son una muestra de la impunidad que los protege. Qué hacen en el Illimani, qué hacen en Guanay.

Es difícil imaginar la acción de autoridades judiciales que fueron invitadas en masa a visitar al gigante asiático; de oficiales que tienen relaciones de privilegio con su embajada. China, además, se convierte en el salvavidas de países en caída libre, como es el caso de Venezuela y de Nicaragua (donde se intentó un megafracasado canal interoceánico).

Algunos estudiosos (Cedla; FES) publicaron lo que significa el desembarco chino en la economía. También toca analizar qué pasa con su política laboral, las horas de trabajo, los beneficios sociales, los salarios mínimos y las condiciones de salud ocupacional. ¿O volvemos al siglo XVIII?

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