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7 de octubre de 2018, 4:00 AM
7 de octubre de 2018, 4:00 AM

La Corte Internacional de Justicia hizo una interpretación rígida en su sentencia del primero de octubre y drásticamente rechazó el pedido boliviano. Creo que no quiso crear un precedente para que otros países pidan algo similar a lo de Bolivia -”obligación de negociar”- sobre la base de compromisos o promesas previas. La CIJ prefirió mantener el orden jurídico mundial tal como está; es mi modesta opinión. En fin, en una vieja nota de 1980 sostuve que el camino de Bolivia hacia el mar era político y podía gestarse mediante negociaciones diplomáticas capaces de generar nuevos acuerdos, no por la vía jurídica, dado que el Derecho Internacional nos cerraba el camino. Luego de presentar Bolivia su demanda el 2013, pensé que la teoría de los llamados “derechos expectaticios” esgrimida por nuestro país podría abrir un nuevo camino legal. La CIJ dijo no y se acabó. Deberá volverse a la vieja diplomacia, aunque tras este fallo negativo la mera prudencia nos aconseja guardar un razonable compás de espera.

Sobre 19 millones de votantes efectivos, el resultado de la segunda vuelta en la última elección presidencial del Perú fue de apenas 41.000 votos. Keiko Fujimori aceptó sin chistar su derrota. En Bolivia, con mucho menos votantes, el No de febrero 2016 ganó por 138.000 votos y aún así Álvaro García sigue con el “empate técnico”... El mismo personaje aseveró antes: “los referendos se ganan aunque sea con un voto de diferencia...” Su reiterada actitud es mentirosa y de mal perdedor.

Luis Almagro, secretario general de la OEA, durante su entrevista en Washington con Evo Morales lo alabó profusa y obsequiosamente. Antes lo había criticado duramente por su afán prorroguista e intentar ignorar el referendo de 2016 que le negó una cuarta reelección. El giro de 180 grados de Almagro ha reflejado no solo su nulo sentido de la ética y del auto respeto, denota además la podredumbre generalizada del sistema interamericano. No en vano Fidel Castro catalogó a la OEA como cadáver insepulto. El insólito proceder de Almagro ha sido verdaderamente deleznable.

Este próximo 10 de octubre se celebrarán 36 años de reinstauración de la democracia. No hay mucho por celebrar, la democracia boliviana está herida con alevosía. La muerte de la democracia se perpetra nada menos que por parte de quienes juraron respetar y hacer respetar la Constitución. Ojalá recapaciten, abandonen actitudes inconducentes, terminen su mandato y se vayan a sus casas. Luego, el pueblo decidirá libremente quien nos gobernará a partir de enero 2020.

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