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Prudencial tiempo de espera con Chile

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21 de octubre de 2018, 3:00 AM
21 de octubre de 2018, 3:00 AM

Los estadounidenses usan mucho una frase: “Timing is everything” o sea, todo y cada cosa en su tiempo justo. Es importante no adelantarse ni ser ‘metete’; lo aprendemos desde niños y es valiosa guía en la vida. Pero, hasta quienes se las dan de avezados a veces fallan feo por apresurarse inoportunamente. Ese caso ha sido palpable en la última carta enviada a su colega chileno Sebastián Piñera por Evo Morales. Primero tuvo lugar una penosa conferencia de prensa, donde se refirió despectivamente al fallo negativo de la Corte Internacional de Justicia llamándolo “informe” y emitió expresiones fuera del nivel de un jefe del Estado, conductor nato de la política exterior.

Pocos días después, Morales cambió de tono; mandó una cordial carta a su par transandino donde reconoce el fallo y pide un “pronto” inicio de conversaciones sobre el tema marítimo. Aunque lo hizo en función de una parte considerativa de la sentencia que determinó la no obligación de Chile para negociar con Bolivia un acceso soberano al Pacífico, la falta de ‘timing’ fue lamentable. Morales dio pie para que Piñera emita frases llenas de ironía ¿Quién asesora al primer mandatario en estas cosas? El anterior papelón de la conferencia de prensa bastaba enmendarlo con el reconocimiento del fallo y en simultáneo, manifestar que “oportunamente” se auscultarán condiciones apropiadas para reiniciar el diálogo. Punto.

Por elemental prudencia Evo debió saber esperar. Tras más de cinco años de litigio hay que calmar las aguas y dejar pasar el tiempo, luego se buscará o surgirá el momento propicio. Sí vale reiniciar encuentros técnicos sobre asuntos de interés común: contrabando, comités de fronteras, problemas portuarios, etc. Solicitar reuniones de alto nivel para buscar salida al mar a pocos días de haber concluido el pleito es algo fuera de lugar y no representa patriotismo ni nada, más bien demuestra una obsesión personal que no reporta ningún beneficio a la noble causa marítima.

Queda otro espinoso elemento. El artículo 267 sobre reivindicación marítima de la Constitución de 2009 será siempre un escollo insalvable. Pragmáticamente, habría que ver en una futura reforma constitucional la forma de eliminarlo o reescribirlo para que sea menos contradictorio ante el Derecho Internacional Público (DIP), cuya fuente básica son los tratados. Y un tratado (el de 1904, que no estuvo en discusión durante el pleito) es lo que nos impide volver al mar. Entonces, lo de “derecho irrenunciable” y lo que sigue debería modificarse por algo más potable a nivel del DIP y del único estado que -si quiere y le conviene- puede darnos lo que queremos: Chile. Así son las cosas, gusten o no. Ya es hora de retirar la venda de los ojos, abandonar patrioterismos huecos y agresividades que no nos llevaron a ninguna parte. La única verdad es la realidad.

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