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30 de junio de 2019, 4:00 AM
30 de junio de 2019, 4:00 AM

Este fin de semana tuve el privilegio de estar en Potosí conversando con periodistas sobre la economía de la región y sus perspectivas. La ciudad estaba hermosa en su historia, y la gente cálida y fraterna como siempre. El frío puntual en la madrugada de invierno y la economía local incapaz de superar la maldición de los recursos naturales que persiste desde la colonia. Esta maldición económica, también conocida como la paradoja de la abundancia, somete a los países a vivir espejismos de riqueza, cuando suben los precios de los minerales, seguidos de largos periodos de estancamiento y pobreza, cuando pasa el auge de los precios de los recursos naturales.

El caso paradigmático de maldición de los recursos naturales es Potosí, primero con la plata cuyo auge económico comenzó a mediados del siglo XVI, gracias a las Reformas Toledanas (1570), hasta la actualidad, cuando surge una nueva esperanza productiva en torno del litio.

La ilusión de desarrollo en Potosí comenzó muy temprano en nuestra historia. El boom minero de la plata fue de tal magnitud que este departamento actuó como un polo de crecimiento económico que dinamizó a diferentes regiones de América del Sur.

Según el historiador económico José Peres Cajias, el auge minero terminó hacia 1620, y Potosí vivió su primer estancamiento económico que perduró más de un siglo. Investigaciones recientes muestran que fue durante este periodo que el salario real potosino (una proxy de desarrollo económico) se rezagó frente al de México y al de ciudades norteamericanas que serían cuna de la industrialización en este continente. La producción de plata potosina vivió un segundo boom hacia finales del siglo XVII. Este auge respondió a cambios en la organización colonial y no fue resultado de ningún cambio tecnológico; además, fue de menor magnitud que el presenciado durante los comienzos de la era colonial. En este contexto, el boom terminó abruptamente hacia inicios del siglo XIX, Bolivia comenzaba su vida independiente con un Potosí renqueante en términos económicos.

Peres Cajias sostiene que la producción minera potosina recuperó dinamismo recién hacia fines de 1850. Ello fue resultado de la consolidación de una nueva clase capitalista nacional que introdujo nuevas tecnologías y que fue capaz de aprovechar la caída de los precios de diversos insumos en los mercados internacionales. Posteriores cambios legislativos y tecnológicos dinamizaron ostensiblemente la producción de plata durante las décadas de 1870 y 1880. Sin embargo, la caída en los precios internacionales frenó, una vez más, abruptamente, este ascenso hacia mediados de la década del 90.

Durante el siglo XX, la explotación minera continuó generando estos procesos de expansión y crisis económica en el departamento de Potosí. Como casi en toda la historia económica boliviana, los ascensos fueron pocas veces resultado de innovaciones tecnológicas, más bien fueron consecuencia del ascenso en los precios internacionales.

De todas maneras, si algo caracteriza a la economía potosina durante este período, y particularmente desde mediados de siglo pasado, es la pérdida sistemática de importancia en el conjunto de la economía nacional. Si bien no contamos con datos históricos de PIB departamentales, la evolución de la importancia relativa de la población departamental es por demás elocuente y es una buena aproximación a los ciclos económicos. En efecto, si bien hacia 1950 la población potosina representaba el 18% de la población boliviana, en 1992 el ratio había descendido hasta el 10% y, hacia 2012, se ubicaba en el 8%.

A inicios del siglo XXI. la historia de boom y colapso se repite. Debido al incremento de los precios de la plata (en el periodo 2005-2013 sube en un 226%) se crea nuevamente el espejismo de la riqueza sin desarrollo. Una vez más el PIB potosino sube por ascensor. Por ejemplo, en 2007 se crece al 12,9% y en 2008 se llega a la cima del 24%, para luego retroceder a la nada despreciable cifra de 8%.

El crecimiento del sector minero es más espectacular aún, para muestra sólo un botón: en 2008 el aumento del PIB sectorial llega a 60,7%. La vieja idea industrialización de los minerales vuelve de la ultratumba de la mano del zombi Karachipampa, que produce tres lingotes para la propaganda oficial y una gran foto donde nuestra autoridades llorando frente al lingote producido.

Como a lo largo de toda su historia, nuevamente se inflan las expectativas de los potosinos y se promete la felicidad económica instantánea. De yapa, un nuevo mineral entra en la colección de ilusiones: el litio, que recibirá la posta de la plata en la corrida del crecimiento regional. Pero como siempre es una riqueza prestada si es que no se produce una diversificación productiva profunda y una revolución en la industria de los servicios, en especial en el turismo y la producción de energías alternativas (solar y eólica). Es decir si no rompe la maldición de los recursos naturales.

Potosí tiene el desafío de ser la vanguardia económica como en el pasado colonial. Su futuro económico podría estar en tres conglomerados: 1) El turismo ecológico, en torno de El Salar de Uyuni y Toro Toro, y el histórico-cultural en la Villa Imperial aliándose, en un circuito de economía creativa, con Sucre. 2) La producción masiva de energía solar, eólica, baterías de litio y geotérmica en el marco de una transición energética que abandone la era del petróleo y gas. 3) La industria del litio pero en una perspectiva de cubrir toda la cadena de valor: de la elaboración de baterías hasta la producción de autos a electricidad.

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