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14 de junio de 2019, 4:00 AM
14 de junio de 2019, 4:00 AM

“… y el boliviano Hugo Dellien…”. Por primera vez escuchaba nombrar a un tenista nacional en el noticiero de Radio Francia Internacional cuando su enviado especial reportaba los detalles del torneo Roland Garros 2019. Aunque hay trayectorias emblemáticas de tenistas locales desde los años cuarenta del siglo XX, no reflejan tanto el esfuerzo desde la cancha más modesta hasta llegar al reino de Rafael Nadal.

La historia del tenis en Bolivia está ligada a la presencia inglesa en las minas y en los ferrocarriles. Un potosino, Isaac Gorostiaga, fue uno de los primeros campeones dentro y fuera del país y padre de dos jugadores también campeones en los años 60 y 70, Raúl y Eduardo ‘Pacho’ Gorostiaga.

El primer club de tenis paceño se fundó cerca de la Estación Central, en los espacios civiles que servían de vivienda y de ocio para los trabajadores de la Railway. Luego el club se trasladó a la elegante avenida Arce y más tarde a La Florida, donde se construyeron las mejores canchas de esa especialidad.

En ese club se lucieron leyendas como Gastón Zamora, Marzana, Alvarado, Espada. Fue mítico el entrenador Pilo Faconti. El club vio crecer a los dos grandes tenistas Ramiro Benavídez y Mario Martínez, que lograron los puestos más altos en el ranquin internacional. Justamente, Benavídez pronosticó en 2014 que Hugo Dellien se perfilaba para un gran futuro a escala internacional.

Ese año, los espectadores de campeonatos nacionales internacionales conocieron por primera vez al joven trinitario. Aunque competía con otros buenos deportistas, él se distinguió para siempre por su actitud y no solo por su juego. Humildad, serenidad, amabilidad con el público, con el adversario y un coraje permanente que lo ayudaba a voltear ‘scores’ negativos.

Desde ese lustro hasta este año, Dellien tuvo en los fanáticos paceños a sus hinchas más fieles. Llenaba la cancha oficial, igual que ahora en el homenaje a su retorno de Francia. Decenas de niños y jóvenes pidieron su autógrafo, firma que no se cansa de repetir con una sonrisa.

Seguramente su familia hizo mucho por ayudar a formar no solo al deportista sino al ser humano. Recuerdo que en uno de los campeonatos había una tensa situación política en el país y él sacó su bandera tricolor y la hizo flamear por toda la cancha. ¡Bolivia! ¡Bolivia!

Tan diferente a otros adolescentes que tienen arranques de ira ante el punto fallado o, en el otro extremo, son timoratos frente al adversario extranjero. Es posible que su esencia camba, abierta y transparente, también lo ayude en este recorrido deportivo.

La presencia de Dellien nos recuerda al otro gran deportista beniano, Miguel Ángel Rimba, el jugador que daba tranquilidad a la selección del 94 y que ha logrado mantenerse ajeno a las presiones del poder político.

Son nombres del Beni que tanto amo, pujante, alegre, amable, el pueblo que se luce con sus orquestas y coros moxeños, con la danza de los macheteros, con sus serenatas y tradiciones. Lejos de los otros titulares.

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