Opinión

Paro cívico, ¿ser o no ser?

El Deber logo
14 de julio de 2019, 4:00 AM
14 de julio de 2019, 4:00 AM

El Comité pro Santa Cruz, fundado en 1950, se constituiría en la más auténtica representación del sentimiento popular de Santa Cruz, demostrando mediante acciones pacíficas el apego a la ley. Con el tiempo, los logros alcanzados por esta institución harían que propios y extraños le otorgaran un alto respeto moral. Muchos fueron los motivos para declarar medidas de presión. El primer paro cívico se realizó un 10 de enero de 1951, contra la desidia del centralismo. Luego vendrían acciones como la primera huelga de hambre (6 de diciembre de 1957), conducida por la entonces llamada Unión Cruceñista Femenina, más de 100 mujeres ayunaron en la Alcaldía, exigiendo vivir como pueblo libre, en paz y tranquilidad. Las razones fueron diversas en el tiempo, a veces por aspiraciones regionales (construcción del aeropuerto de Viru Viru, autonomía, etc.), incumplimiento de la ley (11% de regalías, etc.) o por vulnerar derechos ciudadanos, como fue el caso del nuevo Código Penal, entre otras.

En el actual escenario, el argumento central del paro fue un rechazo por el irrespeto al sufragio del pueblo que, a través de un referéndum, máxima expresión de la soberanía de un pueblo, se decidió que no haya repostulación, sin importar el nombre del gobernante de turno. Ante cualquier paro cívico aparecen detractores. Suelen hablar de fracaso, que el sacrificio no produce efecto alguno, que es como pegarse un tiro al pie o que es un “paro de los ricos para empobrecer más al pueblo trabajador”. Más allá de los resultados, cabe considerar otras razones que justificaron apoyar o no a este cese de actividades.

En este paro, el periodismo buscó comparar entre los que apoyaron o desacataron esta medida. Sin embargo, lo que medió fue más la actitud de cada uno. Sirvió para hacernos cuestionamientos. Quien votó por el No en el referéndum, ¿continuaba pensando igual o, viendo la conveniencia del momento, cambió de opinión? ¿Soy coherente con mis principios? se deben preguntar o bien, ante la ambivalencia, ¿doy un buen ejemplo a mis hijos? Por ello digo que este paro no era solo para exigir derechos incumplidos, sino también para cumplir con los principios de cada quien. Un asunto de dignidad, ser consecuente o no con uno mismo. Si bien importó el impacto del paro, también terció la tranquilidad o desasosiego conciencial de cada uno.

Estas y otras razones cada cual habrá considerado a la hora de tomar una decisión en este 9 de julio. Se trataba de mirarse al espejo y sentirnos orgullosos de lo que somos o estar avergonzados por nuestra pasividad ciudadana. Cualquier decisión solo afectaría a la decencia personal. La pregunta no fue quién ganó, sino más bien, si cada uno cumplió con sus propias convicciones de apego a la voluntad soberana del pueblo.

Tags