Opinión

Países, más divisiones que uniones

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12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
En una nota del 8 de septiembre  del 2000 (“Particularismos y nacionalismos continuarán al impulso de la globalización”) comenté que a mayor nivel de integraciones supranacionales se observaba un mayor nivel de fermentos etnonacionalistas. En el contexto globalizador, persistía la particularización. Y así ha sido, según datos palpables y acontecimientos vividos diariamente. El caso de Cataluña es hoy el más publicitado, antes hubo otros y surgirán nuevos. Así están las cosas.

En la década de los 90’ del Siglo XX se aceleró drásticamente el coeficiente de creación de estados nuevos. Al fundarse en octubre de 1945 la Organización de las Naciones Unidas (ONU), inició funciones con 51 miembros, Bolivia incluida. En este 2017 la ONU alberga  193 estados. Se ha más que triplicado la presencia de nuevos miembros y la tendencia alcista, aunque ahora en pausa, puede ascender nuevamente en cualquier momento. Debe tenerse presente que hay estados no reconocidos plenamente por la comunidad internacional  y que aún no han ingresado a la ONU, tales como Abakhasia, Osetia del sur, Transnistria, Kosovo, Taiwán, etc.  Vale además agregar otros estados que ostentan un status especial: Palestina y el Vaticano. Si los sumamos, pasamos fácilmente los 200 países…

Primero se tuvo la oleada de naciones nuevas fruto de la descolonización en África. Luego vino el grupo de países desprendidos de lo que antes fue la Unión Soviética  (1990 y 1991), los surgidos de la ex Yugoslavia y la partición del Sudán en 2011, respetando la autodeterminación de los pueblos y bajo la égida de la propia ONU. El flamante país, Sudán del Sur, a escasos seis años de su creación libra ahora una cruenta guerra civil. Divisiones de terciopelo prácticamente no existieron, salvo la de checos y eslovacos, con capitales en Praga y  Bratislava respectivamente. La división fue consensuada, no así en los Balcanes, allí hubo sangre e intervención extranjera. Desde el punto de vista de la reunificación, solamente podemos contabilizar en todo este tiempo las uniones de Vietnam (1975) y de Alemania tras la caída del Muro de Berlín (1990). 

 El independentismo no solo es fruto de  impulsos nacionalistas o malestares sociales; obedece también a los impulsos de la propia globalización, proceso que al desmenuzar al mundo entre sus partes componentes, al mismo tiempo las acerca entre sí. La realidad es la realidad: cada vez habrá más países.

 
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