Opinión

No se detienen

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14 de julio de 2019, 4:00 AM
14 de julio de 2019, 4:00 AM

Volvió a salir el TCP, con otros personajes, pero con comunes denominadores: elegidos por los mismos (Parlamento) y de la misma manera: tras una calificación arbitraria y presentándolos a una elección en la que la mayoría votó nulo y blanco, pero esos “son detalles”; electos fueron y acuden a los mismos argumentos para validar y acrecentar la impunidad del régimen, allanándole el camino ante cualquier eventualidad.

No discutiré si “es correcto” que los electos no deban renunciar a sus cargos para una nueva elección, ese no es el tema. No lo haré porque la ley dice que sí deben renunciar y asunto acabado; de manera que la decisión del TCP de avalar “el derecho humano/político”, por encima de la Constitución, convierte a este poder del Estado (Órgano se llama, pero es Poder y puede) en una especie de Poder Constituyente, capaz de dejar sin efecto importantes artículos de la Carta Magna.

El TCP colocó al Pacto de San José de Costa Rica por encima de la CPE y ahora puede derogar o dejar sin efecto cualquier artículo de la Constitución sin convocar a referéndum. En otras palabras, amplió sus competencias y ha modificado parcialmente la Carta Magna, he ahí la base de mi opinión de que ese Tribunal tendría, de ser necesario para el poder, las condiciones y alcances de un Poder Constituyente (de facto). Ello significa que la CPE depende de lo que el poder político pida al TCP; en pocas palabras: en sus manos (fallos) está su vigencia.

El día miércoles, en el espacio que me queda para emitir opinión (aparte de este que me cede EL DEBER): Carlos Valverde en la red (Facebook y YouTube), aseguré que esta acción eminentemente política del TCP es la prueba de que van, de a poco, armando un cuadro que les permita cambiar, si acaso lo ven necesario, es decir si ven que la ilegal candidatura de Morales se viera en peligro de ganar en primera vuelta, de modificar el porcentaje que evite llegar a ello; tienen el poder: el Congreso, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Electoral; es decir, no les falta nada para bajar la cifra que les garantice seguir en el poder.

No pasó un día de lo dicho y, de inmediato, apareció el ahora asambleísta paceño Gustavo Torrico para “plantear” la modificación de la CPE con el argumento de que “se dejó otro artículo “inaplicable” (el TCP lo hizo) y se cuidó de sugerir que “las nuevas autoridades se encarguen de las modificaciones”; no pidió Asamblea Constituyente, sino que sea un asunto de “nuevas autoridades”.

Es claro, la semilla ya fue echada y en tierra regada de arbitrariedades y violaciones legales, políticas y constitucionales… ¿se trata nada más que de un globo de ensayo? Conocemos al poder, dejarlo dicho, muestra de que lo están preparando; en esta materia, los del Gobierno se turnan para ir haciendo consenso; en esta materia no dejan nada al azar. Saben lo que quieren, tienen los mecanismos, las instituciones y el poder. Tras de ello van.

Donde improvisan, es en otra cosa; en materia de salud, por ejemplo, donde la “enmandilada” ministra de Salud aseguró tener controlado el brote de Arenavirus y hasta ahora no cazaron un solo ratón Calomys, que parece haberse esfumado de la zona crítica, mientras un médico murió y otro está muy grave sin que se sepa, exactamente, lo que tiene.

En el acápite de arriba se deja claro qué es improvisar y no saber qué hacer. Los planes políticos los tienen perfectamente estudiados y tienen cómo hacerlo. ¿Duro? Sí, muy duro, pero, nadie nos dijo en 1978 que iba a ser fácil recuperar la democracia y lo hicimos.

 

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