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6 de junio de 2018, 4:00 AM
6 de junio de 2018, 4:00 AM

La decisión de poner orden en las calles, tomada después de haber dejado el caos reinar durante 30 años, se está demostrando extremamente difícil, entre otras cosas porque se actúa solo sobre los efectos y no sobre las causas, las cuales, dejadas intactas, seguirán generando el mismo problema a corto plazo. 

En su afán de concretar el objetivo de liberar la avenida Grigotá y para no perder la batalla, vista la relación que existe entre el desarrollo del comercio y el transporte público, el Gobierno Municipal toma la medida de eliminar definitivamente el servicio de transporte público sobre la avenida Grigotá (vía que es parte de la red troncal de la ciudad y considerada fundamental en la red del transporte público por todos los estudios hechos, incluyendo JICA) y desviando ese transporte por vías secundarias. 

Esta inexplicable medida, a todas luces, va contra el concepto fundamental de la movilidad urbana de que el transporte público debe tener la prioridad sobre el transporte privado, dándole las vías más directas y de mayor capacidad. Aquí está sucediendo todo lo contrario: se deja la enorme avenida para el tráfico privado y se relega el transporte público a recorridos alejados y forzados que no forman parte de la red vial principal.

Eliminar el transporte público para una de la zonas de mayor densidad de la ciudad, así como de mayor tradición comercial, conocida en todo el país, es no reconocer ni preservar el patrimonio económico comercial que La Ramada representa, con sus negocios formales que aportan y que fue ya destacado en el PLOT de 2005, que instruía un estudio especial para valorizar esa peculiar zona comercial, creada por ellos, incluyendo su parcial peatonalización. 

Sin duda que la intención es buena, pues se busca eliminar la ‘trancadera’ de los micros sobre la avenida Grigotá, producida por más de 40 líneas que la recorren, pero uno se pregunta, ¿por qué eliminar las 40 líneas que pasan por ahí, cuando lo lógico es eliminar las líneas abusivas que no deben pasar por ahí, quedándose solo con las necesarias? Es urgente una negociación con los transportistas para que prime una solución razonable.

En cuanto al diseño de la vía, urge repensar ese perfil ‘privatista’ que elimina el transporte público para aplicar allí un perfil que le dé al mismo la preferencia que le corresponde, junto con los demás componentes de la vía, tal como se ha hecho, por ejemplo, con el perfil para el primer anillo. Ese debería ser el modelo. 

Esta es la visión que yo he transmitido a los propietarios de comercios formales de la zona de la Ramada, que tributan y aportan, así como a los propietarios del mercado, que se denominan trabajadores por cuenta propia, que me consultaron, pues sin ser técnicos les parecía que las decisiones que se estaban tomando no eran las adecuadas.

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