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23 de mayo de 2018, 4:00 AM
23 de mayo de 2018, 4:00 AM

Se apagó la luz del doctor Limberg Gutiérrez Carreño (72), tribuno apasionado, filósofo y jurisconsulto cruceño que  fue una trinchera del pensamiento libre y crítico. Se fue en silencio, sin emitir ningún quejido, rodeado del amor de su respetable familia. 

Antes de convertirse en pionero de varios cenáculos socioculturales, entre los que sobresalen Cicerón, Cabildo y Casco Viejo, destacó nítidamente en los años 70 como columnista de importantes medios impresos –posteriormente sus artículos nos deleitaron en el diario mayor EL DEBER-, promoviendo el análisis, el debate, la réplica y la refutación en la búsqueda de la verdad histórica y de la razón. 

Quedan en las hemerotecas y repositorios los aleccionadores editoriales, entrevistas y reportajes de la realidad nacional escritas con donaire y fina prosa que el escritor Hernando García Vespa calificó como “piedras preciosas de colección”. Se distinguió en la cátedra donde expuso su vehemente  labia y paseó su galana pluma (manuales, alegatos, ensayos y libros sobre el Derecho romano, Introducción y filosofía del Derecho), maestro de juventudes y un aventajado intelectual que inyectó sus ideas–fuerza en la universidad moreniana, en los círculos socioculturales y en el Comité pro Santa Cruz.

Se consideraba un hombre optimista, pero cauteloso. En un opúsculo fecundo titulado Hexágono de la vida plena, sintetizó su pensamiento creador: “Mi esquema de sociedad ideal consta de dos triángulos unidos por sus cúspides. El inferior está formado por el trabajo, la salud y la educación; el triángulo superior, montado sobre el precedente, tiene por lados la igualdad, la solidaridad y la libertad. Basta quitar uno de los lados para desmantelar el sistema. Creo que la vida plena se consigue haciendo lo que a uno le gusta y ayudando a otros a servir mejor”.  

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