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4 de marzo de 2019, 4:00 AM
4 de marzo de 2019, 4:00 AM

Mirar la cumbre, Antología histórica del Concurso Municipal de Literatura ‘Franz Tamayo’, es el título de un trabajo realizado por el periodista Martín Zelaya y publicado en libro que reúne los premios de uno de los concursos literarios más prestigioso de Bolivia, digo bien al decir de Bolivia porque si bien lo auspicia el municipio de La Paz, la convocatoria es nacional, al igual que otros certámenes organizados en otras ciudades y prueba de ello es que los ganadores son de diferentes ciudades y pueblos del país, incluso bolivianos residiendo en el extranjero.

Empezó el año 1966 como Premio anual de poesía para luego pasar a cuento, novela y ensayo, hasta consolidarse como como una referente nacional del cuento; de hecho muchos escritores y poetas bolivianos hemos participado del concurso, algunos se llevaron los premios y otros menciones de honor. Según Zelaya: “Son 34 versiones del “Franz Tamayo” en Cuento, y le sigue en cantidad la Poesía, con 17 convocatorias, (…) – con las que se volvió a convocar en más de un género tras 20 años. Tanto en novela como en ensayo, se emitieron seis convocatorias, y como resultado, se publicaron seis novelas –de cinco autores, pues Enrique Rocha Monroy ganó dos veces– pero solo hubo cuatro ganadores de ensayo, pues en dos casos el jurado optó por otorgar solo menciones, de acuerdo a lo que pudo corroborarse en la investigación”. Zelaya también se refiere a que algunas obras no fueron publicadas a su debido tiempo, ya sea por razones políticas o económicas, que luego fueron publicadas en otras gestiones y eso fue lo que hice durante mi gestión como oficial mayor de cultura de La Paz, en 1994, publiqué algunos de los premios que no se publicaron en las dictaduras.

En la introducción a la antología Zelaya se refiere a los premios de la siguiente manera: “¿Para qué sirven los premios literarios? ¿Cuál es su real aporte a la literatura? Aquí no hay mucho misterio: en un primer nivel, los concursos sirven para mejorar las ventas de los libros (interés de las editoriales) y para incrementar en algo las generalmente exiguas arcas de los escritores (interés particular). Se dirá que los principales concursos en el país son convocados por el Estado, sí, pero en sociedad y con patrocinio de editoriales particulares. En otro plano, más general, los premios literarios son –como lo reconocen escritores y literatos bolivianos – la mayor y más viable forma de hallar reconocimiento y, por consiguiente, mejorar las posibilidades de difusión”.

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