Opinión

Mi voto es mío

El Deber logo
25 de noviembre de 2017, 4:00 AM
25 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Según la Constitución y la Ley Electoral, nadie me puede obligar a que vote por un candidato que no me guste, ni tampoco que vote en blanco. Si yo no estuve de acuerdo en el 2011 con las elecciones judiciales porque eran una estupidez malintencionada, menos voy a estar de acuerdo ahora, luego que, después de 6 años, se ha confirmado el desastre producido con la justicia. Si el MAS ha insistido en la modalidad de esa elección tramposa, única en el mundo, está claro que votaré nulo.

El Tribunal Supremo Electoral ha anunciado sanciones para quienes promuevan el voto nulo, pero cuando escribo esta nota (jueves) no se sabe todavía de qué sanciones se trata. En todo caso, que el Tribunal tenga mucho cuidado, porque en vez 
de sancionar van a cometer un delito del que se arrepentirá tarde o temprano, porque a nadie se le puede obligar a ser cómplice de la manipulación de la justicia.

El voto en blanco significa, como sabemos, que al votante no le convence ninguno de los candidatos. Eso es tan normal como el voto nulo, donde, más allá de que guste o no el candidato, deplora el sistema de elección, no le gusta la forma, el procedimiento. Es natural y nadie puede sancionarme ni multarme si, sabiendo como sé, los postulantes a magistrados han sido anticipadamente designados por el MAS, y deba yo refrendar semejante calamidad. 

Si el MAS no ha querido modificar el sistema de elección judicial sabiendo que es pésimo y que su resultado ha sido tener la peor justicia del mundo, no tengo por qué cambiar yo tampoco mi criterio de que la elección es una desvergüenza y una trampa. Y si S.E. y sus seguidores instan a sufragar y promueven amenazas y marchas para amedrentar, con mayor razón no me haré cómplice de esa manipulación antidemocrática. Además, cuando sabemos que esta es una ‘pulseta’ política en la que se debe ratificar lo expresado el 21-F.

El domingo 16 de octubre de 2011, escribí en El Día: “Si la justicia nos estaba atropellando sin miramientos en el último lustro, habría que ver qué sucederá cuando parte del pueblo ingenuo vaya, equivocadamente, a elegir entre quienes a priori ya han sido designados a dedo desde las altas esferas del poder. Nuestros derechos como ciudadanos libres se juegan hoy, porque ahora se rifa la democracia… Estamos empezando a convencernos de que somos un país que ha ido más allá de lo tolerable con el Gobierno de turno. Ya estamos comenzando a sentirnos verdaderos eunucos… Un discurso revolucionario de cambio, no puede llegar a imponernos una justicia ajena, repetimos, con un dueño que dirimirá a quiénes se castiga con la cárcel y a quiénes no. Hemos llegado al episodio final y hay que darle la cara a todo esto”. Y concluía así:
“Dicen que el voto es secreto, por supuesto. Esa es una prerrogativa de todo ciudadano. Yo no tengo por qué guardar ningún secreto, porque no me da la gana: entonces aviso que votaré nulo”.

Si voté nulo hace cinco años y la justicia empeoró notablemente con los magistrados masistas que se impusieron pese a su mediocridad y a su ilegitimidad, no hay motivo para cambiar de posición. Menos cuando se ha multiplicado por diez la corrupción, el sometimiento, y el desconocimiento de las leyes. Se impone el voto nulo para detener la burla y la mala intención que esconden los masistas.

Tags