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19 de diciembre de 2018, 4:00 AM
19 de diciembre de 2018, 4:00 AM

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) tiene entre sus miembros a gobiernos que están en medio de crisis de diversa intensidad. En Nicaragua, Ortega reprime ferozmente a quienes enfrentan a su dictadura; en Bolivia, Evo Morales está ante una fuerte resistencia a su afán continuista; y en Venezuela, a Nicolás Maduro, los pocos amigos que ya le quedaban han comenzado a abandonarlo. Un ejemplo: Pablo Iglesias, líder de Podemos, que defendía denodadamente al régimen chavista, acaba de afirmar en el Parlamento de su país –vaya a saber qué lo impulsó a esto– que “la situación política y económica (de Venezuela) ahora es nefasta. No comparto algunas cosas que dije en el pasado”. Por supuesto, nada dice de sus vínculos con los ayatolás de Irán y de sus visitas a Evo Morales en Bolivia.

Hace poco, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, se mostraba exultante por la llegada a Venezuela de aviones de guerra de Rusia, supuestamente para defender a su régimen de presuntos intentos de derrocarlo por la fuerza, en especial de EEUU. Pero luego, el Gobierno de Rusia comunicó a EEUU que sus bombarderos estratégicos con capacidad de transportar armas nucleares abandonarán Venezuela. Lo sucedido mostró que el régimen de Maduro no entiende la política de las grandes potencias que miden sus acciones preservando el equilibrio para evitar enfrentamientos que pueden ser catastróficos para el mundo. Queda claro que hay otros asuntos mucho más importantes para Moscú que andar en peligrosas aventuras en defensa de un lejano régimen despótico.

El chavismo también perdió el apoyo de muchos gobiernos de Latinoamérica y se enfrentará el 10 de enero a una difícil situación, cuando Maduro inicie un nuevo periodo presidencial, que será muestra de su afán de eternizarse en el poder como tirano. El canciller de Perú ya informó que propondrá a los miembros del Grupo de Lima, integrado por su país, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá y Paraguay, que si Maduro persiste en ese propósito continuista, los miembros del Grupo rompan relaciones diplomáticas con el régimen ‘bolivariano’. Pudiera ser que, con estas actitudes, está naciendo una remozada solidaridad democrática en América. Entonces, en nuestra región, y que los gobiernos autoritarios ya están en capilla. Esto recuerda que el gobierno del presidente venezolano Rómulo Betancourt (1959 - 1964) rompía relaciones con los regímenes producto de golpes de Estado y con los que vulneraban la continuidad constitucional. Era, entonces, la otra cara de Venezuela: la de la Patria democrática del Libertador de América.

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