Opinión

Los relatos del Siglo XX

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17 de agosto de 2019, 4:00 AM
17 de agosto de 2019, 4:00 AM

Las interpretaciones de la realidad social y política y los postulados que enuncian y comparten quienes se dicen ser liberales, fascistas o comunistas, no son ni hipótesis ni verdades científicas sino doctrinas o ideologías.

Aquellas pretenden dar cuenta de la realidad tal como es o parece ser, mientras que estas últimas expresan lo que la sociedad y el sistema político deberían ser.

A estas manifestaciones, Yuval Noah Harari, un exitoso ensayista y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, las denomina “relatos” y, en algún sentido, “fábulas” y “mitos”.

Para este autor, durante el Siglo XX, las élites globales formularon tres grandes relatos que pretendían “explicar todo el pasado y predecir el futuro del mundo”: el relato fascista, el relato comunista y el relato liberal.

El primero fue barrido por la Segunda Guerra Mundial y hacia 1990 el segundo se vino abajo.

El relato liberal, en cambio, se tornó en la “guía dominante para el pasado humano y el manual indispensable para el futuro del planeta”. Así, por lo menos, lo creía la élite global.

En síntesis, el relato liberal –a decir de Harari– “celebra el valor y el poder de la libertad”. Trata de mostrar que, después de miles de años en los que la humanidad vivió bajo regímenes opresores, el pueblo alcanzó al fin su libertad. De esta manera, surgieron “regí- menes democráticos” y la “libre empresa superó las restricciones económicas”.

Asimismo, las personas aprendieron a “pensar por sí mismas y a seguir su corazón” y no obedecer ciegamente a “sacerdotes intolerantes y tradiciones rígidas”.

En los decenios de 1990 y 2000 se pensaba que seguir por este camino aseguraría a los países que lo hicieran una marcha imparable” hacia el progreso, la paz y la prosperidad. Sin embargo, a partir de 2008 – fecha de la última crisis financiera global – la visión amable del relato liberal empezó a cambiar.

En todo caso, “personas de todo el mundo se sienten cada vez más decepcionadas del relato liberal”.

Los “muros” de control de acceso reaparecen, la “resistencia a la inmigración y a los acuerdos comerciales” se acrecienta y gobiernos que se dicen democráticos amenazan la independencia del poder judicial, restringen la libertad de prensa y califican de traición cualquier tipo de oposición.

Pero, sin duda, lo que más inquietud provoca este desencanto es que nadie avizora alguna señal sobre un nuevo relato capaz de reemplazar al actual. “En 1938 – subraya Harari – a los humanos se les ofrecían tres relatos globales entre los que elegir, en 1968 solo dos” y en 1998 se imponía uno solo.

Por ello, no es extraño, que las élites liberales se hayan “sumido en un estado de conmoción y desorientación”. Muchos factores explican este estado de las cosas. Pero tal vez uno sobresale: la doble revolución tecnológica “disruptiva” en los campos de la información y de la biología.

El relato liberal está a prueba en su capacidad de respuesta a las consecuencias en la naturaleza y la sociedad de las revoluciones en la “biotecnología” y la “infotecnología”.

Se hizo cargo de los efectos de la segunda revolución industrial y respondió con apropiadas formas de relación social y de organización política. Ahora, en cambio, es presa del desconcierto frente a estos nuevos y acuciantes fenómenos.