Opinión

Los buenos y los malos

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28 de abril de 2019, 4:00 AM
28 de abril de 2019, 4:00 AM

“Contanos un cuento, antes de dormir, pero -como siempre ocurre contigo- no te duermas primero, abuelo. Además, eso de la Caperucita ya nos tiene pochecó, porque es un relato jalado de los pelos. A qué madre se le ocurre mandar a su hija por medio bosque llevando manzanas a su abuela que vive donde ni los micros entran. Sospechamos que todo lo tramó la Caperuza esa, por irse a una rocola, a lobear que es una forma de perrear pero con lobo”. Pidieron un cuento de acción.

Algo policial, destruyendo a los malos… cosas así. Cuando iba a empezar, entró mi adorable madre política, tomó la palabra y empezó diciendo: “Dice que había una vez un buen policía, que empezó desde muy abajo, porque empezó robando en los sótanos de los bancos”. Quise interrumpir, pero mis nietos no me dejaron.

“Este buen señor –prosiguió- descubría luego muchos robos y atracos, porque conocía el modus operandi de los autores”. “¿Qué es modus operandi?”, preguntaron los niños. “La forma cómo operan los cacos”, dijo la abuela. “¿Y quiénes son los cacos?”, insistieron los nietos. “¡Los maridos de las cacas!”, dijo mi suegra y los pequeños se pusieron a reír. Los niños estaban muy atentos al cuento, porque les parecía muy divertido, muy nuestro y nada de Pinochos de madera con narices que crecen o héroes como Mickey o el Pato Donald, que solo tienen sobrinos y nunca un hijo bien nacido. (Eso dijeron ellos).

La abuela contó que el policía que empezó mal su vida, en su institución se convirtió en un servidor a la sociedad. Pasó penurias, no le tenían respeto, se insolentaban los infractores, lo correteaban a palos y piedras en las manifestaciones y ganaba una pichanga de sueldo, que le alcanzaba para seguir sufriendo. -Esa es la gran cantidad de buenos policías que tenemos y hay que respetarlos, dije.

“No se meta, que ellos diferencian a los buenos y a los malos. Los malos, clarito está -contó la suegra-, a veces uno no se da cuenta, siguen haciéndose pasar de buenos, pero clarito está, van creando sospecha ¿saben por qué?”. “¡Por viajes caros y lujosos!”, dijo un niño.

“No, eso es lo de menos niños”, concluyó mi suegra, con un remate inédito: “Los buenos policías que se vuelven malos policías cuando están en cargos jerárquicos, lo primero que hacen es mejorar las cárceles, porque su cosmovisión ya les advierte que cuando los pillen, terminarán en la cárcel viendo el sol a cuadros”. No dije nada. Era solo un cuento. No ocurre en la realidad.

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