El Deber logo
20 de julio de 2018, 4:00 AM
20 de julio de 2018, 4:00 AM

“Leer es un acto poÉtico y político”, esta frase acompañó los inicios del Colectivo LEE (gestado junto a Jéssica Freudenthal, Adriana Lanza, Marcos Sainz, Emma Villazón y Anuar Elías). Actualmente la desarrollo como concepto en mi tesis sobre el ‘Ethos lector’ del magíster en Ética social y desarrollo humano. La poiesis y el ethos, para fortalecer la agencia política ciudadana desde la lectura, la vida en democracia; y desde allí articular la multidisciplinariedad, multidimensionalidad y multiculturalidad que atraviesa nuestro día a día. En este abordaje conceptual articulo aprendizajes y experiencias en torno al tema, desde la Filología y las Relaciones Internacionales (mi formación de pregrado), para acercarme al Ethos lector desde una mirada prismática que confluye con la historia, la ciencia política, la filosofía, las gramáticas del desarrollo, la pedagogía, la interculturalidad, la semiología, la literatura, la sociología.

Establezco pautas de la lectura como hábito, para aumentar la calidad de la democracia por parte del ciudadano, el ejercicio de sus derechos y deberes, desde actos creativos, de decisión, de elección (porque leer, del latín legere, es elegir, decidir), para aumentar las posibilidades de expresión y encuentro con la voz propia, para organizar los desafíos de la hipertextualidad, las interpretaciones, los discursos, para ir del texto a la acción sin perdernos en la red, sabiendo quiénes somos y qué democracia queremos.  

A medida que un individuo se apodera de una lengua, la lectura se vuelve su herramienta para autoconocerse, para identificarse o no con el contexto que vive y los textos que lee. Incrementa sus posibilidades para relacionarse con mayor libertad y autoconfianza, participar en la vida política planteando su propia crítica. El texto y la lengua muestran la sutileza de las relaciones textuales, socioculturales, políticas, filosóficas, etc. al conocer todo ello y ejercer la lectura como un ‘acto poÉtico’, el individuo fortalece su identidad, desde esta apropiación, establece su propia ética y su propia poiesis (La Poética de Aristóteles). 

Así, el ser humano se fabrica a sí mismo, crea su propio diálogo y con las palabras que lo representan, que lo liberan o atan, se aproxima cada vez más a su modo de ser y estar en el mundo (su ethos), sustentando su ser en sus propias lecturas y dominio de la norma-lengua-poder, porque la cuestión lingüística es jurídica también, y ello la hace política. Leer es un acto político-poÉtico porque desde la poiesis fabricamos nuestras armas para “agenciar nuestra vida política” (Amartya Sen en Desarrollo y libertad). Desde la lectura potenciamos nuestras relaciones socioculturales, gestionamos la multiculturalidad y los procesos migratorios (en aumento). 

En Latinoamérica necesitamos superar el concepto de “democracia mínima, procedimental, representativa” (Bobbio), salvaguardarla de los autoritarismos, invertir en las capacidades de los ciudadanos. La lectura como acto poÉtico y político es un instrumento posible, que, aplicado a la ciencia política, podría acercarnos a superar la fase instrumental-electoral; porque leer es escuchar, y la democracia necesita que escuchemos, para no caer en la dictadura de los sordos y quedar mudos.

Tags