Opinión

Las palabras cobran valor

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11 de agosto de 2019, 19:44 PM
11 de agosto de 2019, 19:44 PM

En el país donde es más fácil comprar un arma de guerra a partir de los 18 años que una cerveza a partir de los 21 años, el antepasado fin de semana fueron asesinadas 31 personas en dos masacres: en Dayton (Ohio) y El Paso (en la frontera del estado de Texas con México). Las dos matanzas configuraron las peores bajo el Gobierno de Donald Trump y marcaron el punto más bajo para el mandatario, que en poco más de un año buscará su reelección.

Pocas veces fue tan evidente la limitación de un presidente para conducir y generar confianza en la primera potencia económica y militar del mundo. China, cuya economía en los últimos 30 años ha crecido a un promedio anual de seis por ciento de su PIB, duplicando su volumen total en una década, crece más rápido que la economía estadounidense. Pero en términos de ingresos individuales, la economía china seguirá segunda aún por muchos años.

La posesión individual de armas seguirá también bajo el liderazgo estadounidense: casi 400 millones, unas ocho armas de diverso tipo y calibre por hogar. Pero la paciencia ciudadana, respecto a la pasividad con Trump y su defensa hacia la NRA, la asociación de portadores de armas, parece haber llegado al límite.

El auge de las armas en manos de la población civil, de igual manera, parece bajo el mismo ímpetu de la economía y la retórica racista que acompaña a la administración de Trump.

En momentos de crisis, con una escalada de violencia, los analistas encuentran coincidencias con la retórica de Trump. Esa retórica que suele colocar como enemigos a los inmigrantes, con la puntería afinada especialmente contra mexicanos y población de color, parece encontrar en el pensamiento de Trump su mejor comodín. El asesino de El Paso colocó en la red, minutos antes de la masacre, un manifiesto cargado de diatribas contra los inmigrantes. Sin firma alguna que identificase al autor, el manifiesto traía frases similares a las utilizadas por Trump, contra los inmigrantes de México, a los que acusaba genéricamente como ladrones y violadores, que han atizado la animosidad entre mexicanos y radicales de la frontera estadounidense.

Esta vez las autoridades del lado mexicano no quedaron pasivas y empezaron también a apresar a estadounidenses sorprendidos en infracciones de normas mexicanas. De momento, las tensiones se mantuvieron al rojo, pero sin provocar incendios mayores. Lo ocurrido y las referencias traídas de los discursos radicales de Trump pusieron en alerta a los republicanos preocupados con las perspectivas del líder estadounidense, que es de su partido, por el desastre que podría anunciarse para el candidato. En menos de dos años en el Gobierno, Trump ha sacudido las relaciones de los países occidentales con Estados Unidos.

Ocurre con muchos líderes que creyeron en una luna de miel política sin fin y pronto se dieron cuenta de que el humor de sus electores, al igual que todo el país, cambiaba y que aún con trampas, ganar una elección resultaba demasiado cuesta arriba.

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