Opinión

Las dudas del oro

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23 de noviembre de 2017, 4:00 AM
23 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La producción de oro en Bolivia es la fuente de muchas dudas, como la existencia de ciudadanos chinos, vietnamitas y colombianos que lo extraen de los ríos amazónicos, algunos de los cuales fueron capturados por la Policía a fines de octubre.

La acusación contra esas personas y otras, como las ‘cooperativas’ que operan en cientos de ríos, es que no pagan impuestos y usan mercurio en el procedimiento, provocando una peligrosa contaminación ambiental.

Las explotaciones de ese tipo, que no pagan impuestos y dañan el medioambiente, son llamadas ‘minería ilegal’ en Perú y en Colombia, dos países que coordinan acciones para frenar esa actividad.

En 2013, Mario Virreira, entonces ministro de Minería, dijo que le parecía muy extraño que el país exportase 21 toneladas de oro cuando la producción era de apenas siete toneladas.

Esa preocupación de la autoridad dio lugar a que se especulara con la posibilidad de que el oro sospechoso estuviese llegando de la ‘minería ilegal’ peruana y siendo reexportado desde Bolivia bajo el registro de lo que aquí se llaman cooperativas.
Esa duda quedó sin respuesta. Pero según las estadísticas del Senarecom, la producción de oro del país tuvo un increíble crecimiento en lo que va de esta década: pasó de 6 toneladas en 2011 a 28 toneladas en 2012 y se mantuvo en 18 el siguiente año, 34 toneladas en 2014, 18 en 2015.

EL DEBER, en su edición del domingo 19 de noviembre, publicó un reportaje que muestra que, 
junto con el uso de maquinaria pesada y químicos para explotar oro, se está operando en áreas protegidas; con presencia de extranjeros, cuya legalidad en el país es incierta; que existen vehículos sin papeles legales de importación; y que hay varios lenocinios donde hay presencia de menores de edad.

En contrapartida, la máxima autoridad de Minería expuso que harán los controles en las joyerías donde se comercializa el metal. Nadie habla de inspeccionar las áreas explotadas, de la urgente necesidad de que la extracción de oro deje ingresos por regalías al país ni de incrementar la presencia de instituciones que eviten el contrabando de autos y de maquinaria o que regulen el funcionamiento de los karaokes para que no sean centros de explotación sexual y laboral.

Todo esto muestra que la explotación del oro en el país es una actividad que no está regulada de manera apropiada. La producción está dañando el medioambiente y su comercialización perjudica a la imagen del país.

En este caso, en vista de lo extensa que es la geografía de la industria del oro en el país, quizá convenga poner acento en el registro y verificación plena de las exportaciones.

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