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22 de enero de 2019, 4:00 AM
22 de enero de 2019, 4:00 AM

La vida no deja de sorprenderme, el día miércoles estaba sentado frente a mi computadora buscando cómo escribir acerca de “la manada criolla”, sin caer en los lugares comunes que se han venido repitiendo, cuando Anthonella, una niña de nueve años que nos visitaba, que escribe poemas que va armando con palabras imanes y lo hace mejor que muchos que conozco, me mostró un dibujo que acababa de hacer en el que se veía a un niño empujando a una niña, ambos rodeados por el círculo y la raya al medio que significa prohibido; debajo había escrito: “La violencia no es bonita, no hay que gritar unos a otros; para evitarla hay que hablar y pedir disculpas; si se gritan, pidan disculpas y sean buenos y amables unos con otros”. Su intervención fue providencial y me dio las palabras para iniciar esta columna.

Anthonella tiene razón, el tema de fondo es la violencia, la misma que se expresa más allá de los hechos mismos. Sería injusto con la víctima no reconocer el lenguaje violento usado para agredirla y despertar sospechas acerca de su ‘moral’. La agredieron, especialmente mujeres, con comentarios estúpidos: “Ella tiene la culpa por irse de parranda con cinco hombres”, los más violentos fueron los de las madres de los presuntos culpables intentando justificar a sus hijos con el supuesto de que “solamente se drogaron, nada más, cualquiera lo hace” y una de ellas trató de minimizar la violación sexual aclarando que fue por el ano. ¡Vaya estupidez!

Estos casos pueden llegar al feminicidio y hay que buscar solución. El problema es la educación y todos debemos aportar a su solución; por ejemplo, en las redes sociales es frecuente ver cómo se alienta a los violentos, alegrándose con sus comentarios, apoyando sus insultos, bajo la excusa de que “así son ellos, yo solamente me divierto”.

La educación que se imparte en los colegios no está formando personas con conciencia y sensibilidad social, se enseña a competir, a sacar la mejor nota sin importar cómo, se fomenta el consumo de alcohol en los viajes y fiestas de promoción, se promociona a la mujer como objeto sexual, también la joda con toda sus implicaciones como condición natural de la juventud; entonces está justificado que se droguen, que se saquen la m…, que hagan bullying, que violen. “Así somos, es nuestra naturaleza humana”, dicen algunos que no quieren asumirse como seres responsables de lo que dicen y hacen, que se niegan a aceptar que es posible pasar de ser un gusano a ser mariposa, prefieren seguir arrastrándose en vez de volar.

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