Opinión

La salud no se resuelve con bravuconadas

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19 de julio de 2019, 4:00 AM
19 de julio de 2019, 4:00 AM

a salud sigue en debate en Bolivia. En realidad, es el centro de una pulseada permanente entre los médicos y los trabajadores del área frente al Gobierno. Ahora mismo hay un paro nacional de galenos, que perjudica a la población más pobre y más vulnerable del país. Frente a esa realidad, este sector está realmente golpeado por varios problemas que se resumen en la deficiente calidad de atención a los pacientes, tanto por falta de condiciones adecuadas como por falta de calidez de parte del personal. En este momento, hay dos puntos de confrontación entre el Colegio Médico y el Ministerio de Salud.

Por un lado, el rechazo al uso de recursos de la Caja Nacional de Salud (cuyo presupuesto depende de aportes patronales y de los afiliados) para la construcción de nuevos hospitales y centros de atención. Por otro lado, los galenos piden convocatoria pública para contratar a los profesionales en los hospitales de tercer nivel, mientras que la ministra cree que no es oportuno ni necesario. Pero la problemática es más de fondo. Por un lado, faltan ítems, ya que en Bolivia hay menos de un médico por cada 1.000 habitantes; hay una enfermera por cada 1.000 personas; hay 34 personas especializadas en cirugías por cada 100.000 habitantes y 1,1 camas por cada 1.000.

Las cifras corresponden a los registros que tiene el Banco Mundial y dan una referencia de la situación de nuestro país. Hace un mes fue patética la aparición de un virus, que nadie en Bolivia podía identificar y que fue causante de la muerte de tres personas.

Las madres de niños con cáncer sostuvieron una dramática protesta exigiendo un pabellón para atender esta enfermedad en el ámbito pediátrico. ¡Cuántos bloqueos han protagonizado enfermos renales pidiendo diálisis gratuitas, en su momento los pacientes con VIH porque no llegaban los retrovirales; los enfermos de cáncer de La Paz porque no tenían un acelerador lineal, etc.

Hay pabellones y recursos que se consiguen mediante donaciones y acciones voluntarias, porque el Estado no logra cubrir necesidades básicas.

El tema es demasiado amplio y complejo. Definitivamente no se resuelve con bravuconadas ni de la ministra ni de los médicos, porque estas terminan con paros que solo afectan a los pacientes, quienes carecen de recursos económicos para buscar atención en el sector privado y deben soportar situaciones de impedimento y dolor físico hasta que se acaban las recurrentes y nada creativas medidas de presión.

Hasta aquí, al Estado en todos sus niveles de gobierno, la salud le ha valido para hacer demagogia, pero no para solucionar cada uno de los problemas de fondo.

En contraposición, a diario crece la demanda ciudadana para que las prestaciones sean más dignas. En la otra vereda, es preciso que, tanto médicos como trabajadores sanitarios, se pongan en el lugar de los enfermos antes de decidir la suspensión de los servicios, ya que paran en el sector pú- blico y abren sus consultorios privados, en una actitud que no es compasiva con el dolor del prójimo. Todos somos conscientes de la problemática, habrá que esperar que los candidatos en carrera electoral sean conscientes y presenten planes realizables para atender la salud.

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