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2 de junio de 2018, 4:00 AM
2 de junio de 2018, 4:00 AM

Como decía el presidente del Comité pro Santa Cruz, en una Asamblea de la Cruceñidad: “Hoy, nuevamente la historia nos convoca a luchar por Santa Cruz. Luchar y luchar, esa ha sido nuestra historia desde 1561”. 

Santa Cruz tiene un déficit de 10.909 profesionales de salud (médicos, enfermeras y trabajadores de base). Esto hace que nuestros hospitales públicos estén trabajando con solo la mitad del personal requerido, redundando en una mala atención al pueblo cruceño.

El art. 37 de la Constitución expresa: “El Estado tiene la obligación indeclinable de garantizar y sostener el derecho a la salud, que se constituye en una función suprema y primera responsabilidad financiera”. Sin embargo, el Ministerio de la Presidencia tiene asignado un 20,85% del Presupuesto General de la Nación, mientras que el Ministerio de Salud tan solo el 8,86%. 

Según datos del Banco Mundial, Bolivia es el país que tiene la peor asignación de recursos para la salud en Sudamérica, con solo 84 dólares por persona al año, mientras que Uruguay; el que más asigna: 678 dólares.

La próxima lucha que Santa Cruz tiene que encarar es la lucha por una salud digna para su pueblo. Especialmente para las clases más desfavorecidas de la sociedad, que son las que recurren a centros de salud públicos. Este tema debe quedar muy claro, si bien los profesionales en salud conseguirán más fuentes de trabajo, el fin último es la salud de nuestra gente.

En la precariedad de nuestros hospitales públicos es donde se ve la tristeza del tercer mundo en todo su terrible esplendor: carencias materiales y humanas de todo tipo, dolor y sufrimiento por doquier, desesperanzas de enfermos y familiares. Aunque es digno reconocer el compromiso social de médicos y enfermeras, redoblando esfuerzos y trabajando bajo presión extrema por la vida de sus pacientes, muchas veces arriesgando su prestigio personal y profesional.

Esta próxima lucha se cae de madura, y será cuestión de tiempo para que comience a desarrollarse. Espero que no se tenga que recurrir a paros, huelgas y bloqueos, métodos que a las malas van modelando el perfil político, económico y social boliviano.

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