Opinión

La libre expresión amenazada

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25 de abril de 2018, 4:00 AM
25 de abril de 2018, 4:00 AM

En la Bolivia de hoy hace rato que prima la suma del poder público. Los órganos Legislativo y Judicial se ven como apéndices del Ejecutivo, ente supremo que parece determinar qué debe hacerse, contra quién y/o a favor de quién. En un escenario así, los medios de comunicación independientes se constituyen en un obstáculo frente al afán de ejercer control absoluto, ya que estos pueden propalar opiniones pluralistas en sus columnas y editoriales. ¡Ah! Pero el costo cada vez es mayor. Las presiones se acentúan y ponen a los medios en una difícil coyuntura. 

Tal como se expresó entre los panelistas del Foro Libertad de Expresión y Asfixia Financiera, organizado por la Asociación Nacional de Prensa (ANP) pocos días atrás en La Paz, los instrumentos que el oficialismo utiliza para estrangular a los medios independientes vienen por tres vías: a) 12 normativas que obligan la difusión gratuita de campañas oficialistas, que significan un costo para el medio, pero que el Estado no paga; b) persecución tributaria, a través de constantes fiscalizaciones, que se acentúan cuando los contenidos no son del agrado del poder; c)  amenaza de imponer otra carga equivalente a una tercera parte del Impuesto a las Transacciones (IT). Este conjunto deteriora de forma casi total  la estabilidad financiera de radios, canales de TV, portales web y diarios. 

En un país donde el 80% de las actividades son informales, inquieta la persecución impositiva contra los medios. Estas desleales acciones buscan además quitarle credibilidad a los medios independientes, con campañas tipo el “cártel de la mentira”.  La creciente asfixia económica que se sufre en el sector vulnera el derecho a la información y la propia libertad de expresión. El ofídico apretón hace que algunos medios se autocensuren para evitar mayores perjuicios. Esa misma gigantesca boa constrictora gubernamental ahora coarta la libertad de expresión y hiere a la institucionalidad. Otras cuestiones, como el acoso a algunos periodistas y la sesgada distribución de la torta publicitaria del Estado, también afectan a los medios. La situación es difícil y complicada para la prensa libre.

El proceso negativo no parará hasta que surjan presiones en contrario desde dentro y fuera del país o hasta que la situación interna se modifique a través de la alternabilidad democrática. Los medios independientes de Bolivia están en jaque, mientras la tendencia autoritaria crece de forma inconmensurable. Que no se diga mañana que no hemos dicho nuestra verdad hoy.

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