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22 de abril de 2018, 4:00 AM
22 de abril de 2018, 4:00 AM

¿Cuáles fueron los errores en el caso de Brasil? A juicio de Boaventura dos Santos, ideólogo de la izquierda del Socialismo del Siglo XXI, lo que ocurrió fue que los brasileños aprovecharon, al igual que países como Bolivia o Argentina, una coyuntura completamente excepcional bautizada como el ‘Consenso de los Commodities’. Gracias al impulso del desarrollo de China, los precios de las materias primas subieron, posibilitando la obtención de inmensas ganancias a estos países. Los gobiernos populares decidieron entonces profundizar el modelo de desarrollo extractivista, con el objetivo de ‘hacer algo’ de redistribución con la renta resultante de esa alza de precios. La conclusión más destacable es que no cambiaron el modelo económico: permitieron que los ricos y las oligarquías se siguieran enriqueciendo. Los bancos, por ejemplo, nunca ganaron tanta plata en Brasil como en los tiempos de Lula, pero, como los precios eran altos, quedó un excedente significativo para hacer una redistribución sin precedentes. Por medio de mecanismos como bonos, becas familia y otras políticas sociales, se logró que más de 45 millones de personas salieran de la pobreza. ¿Socialismo? Para nada, nos dice el intelectual portugués: nada de socialismo, pues se dependía totalmente de los precios internacionales, en cuya formación Brasil no incidió de ninguna manera.

Por eso, por aceptar ese modelo de desarrollo, continúa Dos Santos, se aceptó igualmente el modelo político que venía de muy atrás. Un modelo político colonial que se había interrumpido en algunos países con la industrialización y la sustitución de importaciones. Durante estos gobiernos populares no hubo cambios en el sistema político, ni en el sistema de los medios de comunicación, ni en el sistema fiscal, y eso fue lo que acabó por llevar a que el Partido de los Trabajadores quedara atrapado en el mismo molde político de las viejas oligarquías tan criticadas, que siempre utilizaron la corrupción, los medios y una serie de ilegalidades para consolidar su poder. Y hubo aquí una tentación: quizá, si se dejaba a los ricos ser aún más ricos, ellos iban a permitir que el país cambiara lentamente en términos sociales. El problema es que el Consenso de los Commodities duró hasta que los precios bajaron por la crisis de China, y desde entonces dejó de haber plata para garantizar las políticas públicas.

En el momento en que la plata escaseó, ¿qué podía hacer el gobierno? Solo había una solución real, y era una política fiscal distinta: que los ricos pagaran más impuestos. Pero, como no se cambió el sistema político, eso estuvo totalmente prohibido, reflexiona este destacado promotor de una ‘globalización diferente’. Y, por lo tanto, el mismo gobierno empezó a hacer dos cosas: “por un lado, profundizar aún más el agro-negocio, la frontera agrícola, la frontera minera, lo que contribuyó al despojo de las poblaciones, a la contaminación del agua y a la crisis ambiental, en complicidades extrañas con los ejércitos privados que existen, con organizaciones paramilitares que matan a los indígenas y a los líderes campesinos por todo el continente, mientras estos gobiernos miran hacia otro lado. Por eso el ciclo se agotó.”

Añade: “era una manera de gobernar como siempre se gobernó en América Latina, más a favor de las clases dominantes que de las clases populares, pero, en un contexto favorable, dejando una parte significativa de la riqueza para la redistribución social. Eso dejó de ser posible, se hizo insostenible para estos gobiernos. Boaventura concluye con esta frase. “….hay que empezar de nuevo”.

Es fundamental tomar en cuenta esta opinión. No la firma un intelectual neoliberal, imperialista y demás adjetivos. La firma este entusiasta fan-pensador de la izquierda ‘progresista’ de América Latina. Al escucharlo solo puedo decir que aquellos que hablan de la ‘injusta’ detención de Lula, aún de tener razón (por supuesto, no creo que la tengan), deben admitir que este líder montó un modelo exitoso solo en tanto habían excedentes. Su mérito fue encontrarse en el momento justo de la historia, cuando esta rebosa de dinero. 

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