El Deber logo
5 de noviembre de 2017, 4:00 AM
5 de noviembre de 2017, 4:00 AM

En Bolivia ya cumplimos 35 años de restauración democrática; ocasión en la cual la sociedad política hizo diversas manifestaciones y reivindicaciones en todo el país. Desde las memorias históricas radiales y televisivas hasta manifestaciones en algunas ciudades. Por ello, resulta necesario que a más de tres décadas de la recuperación de la democracia hagamos algunas reflexiones y precisiones frente al contexto de la actualidad. 

Primero, que los protagonistas de la recuperación de la democracia fueron los movimientos populares, los trabajadores, las esposas de los mineros y sectores progresistas, entre otros. En tal sentido, la recuperación de la democracia no fue una acción de la clase media, partidos políticos o las llamadas agrupaciones y o colectivos ciudadanos, como hoy falsamente reivindican.

 En segundo lugar, la democracia en la etapa neoliberal en Bolivia se caracterizaba por la democracia de pactos; es decir, que los partidos políticos con representación congresal, de afinidad y antagonismo político, acordaban sobre porcentajes del 20% de la votación elegir a un presidente a cambio de una coadministración del Estado. En definitiva, el pueblo votaba, pero no elegía presidente.

Sujeta a esta realidad, de baja legitimidad de los gobiernos, la democracia de estos años, en lo económico, político y social, se subordinaba a la dependencia de potencias y de la mismísima embajada de Estados Unidos en el país. Bolivia estaba muy lejos de lo que René Zavaleta llamó ‘Democracia de autodeterminación nacional’, que no es solo el cumplimiento formal y periódico de elecciones o el cumplimiento de la normativa constitucional per se, sino la emancipación, liberación nacional e independencia frente a imperios y potencias. En este contexto, la llegada al Gobierno del presidente Evo Morales, en enero del 2006 y resultado de una votación del 54% del electorado, marca la ruptura con los años de la “democracia pactada” y la forma de gobernar y administrar el Estado.

La revolución democrática y cultural en poco más de una década cambió la escala de la democracia en Bolivia, no solo por mantener y cualificar la institucionalidad y las libertades, sino por la extraordinaria extensión de derechos hacia pueblos indígenas, mujeres y también otros sectores postergados y olvidados históricamente. El mundo reconoce los cambios y el desarrollo económico, con inclusión social de nuestro país, reconoce la extensión y cualificación de la democracia en Bolivia. Los indicadores a escala internacional destacan el crecimiento económico, la estabilidad política y la reducción de la pobreza en Bolivia. Por  primera vez en la historia del país un presidente, Evo Morales, es considerado un líder regional y mundial. Por ello la democracia de avance en Bolivia pasa por mantener el protagonismo y participación real del pueblo boliviano en los beneficios y las políticas públicas de cara al cumplimiento de la Agenda 2025. 

Se debe mantener la democracia del voto para elegir, para decidir y para gobernar con legitimidad y soberanía. Y no así las reivindicaciones desde veredas políticas del disenso; con la intención de confundir a la opinión pública en escenarios de catástrofe, crisis y ausencia de democracia en Bolivia, hecho absolutamente contrastado con la realidad.

Tags