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17 de enero de 2019, 4:00 AM
17 de enero de 2019, 4:00 AM

A pocos días de las inéditas elecciones primarias de la historia política boliviana existe una gran apatía y desconcierto tanto en los partidos políticos y candidatos como en los militantes –los potenciales votantes– y en los ciudadanos que no terminamos de entender el sentido de este acto electoral con un solo binomio por elegir en cada organización política. Con seguridad, con excepción del Movimiento Al Socialismo (MAS), existirá un gran ausentismo y este evento será, para todos los fines, totalmente intrascendente; solamente servirá como instrumento legal para sellar las candidaturas hacia fines de 2019.

Por estas mismas razones, y aunque ya existe la autorización para realizar campañas electorales desde hace varias semanas, no se percibe un despliegue publicitario y menos un debate político. Los discursos políticos del MAS están orientados a mostrar el éxito de la gestión de gobierno, a denunciar a algunos de los candidatos opositores de actos irregulares por gestiones públicas pasadas, lo cual no es nada novedoso; mientras que los opositores han orientado todos sus discursos hacia la defensa de la democracia y del resultado del voto del 21-F, que no es precisamente un discurso político que tenga que ver con el sentido de las elecciones primarias. Por otra parte, mientras el MAS insta a votar y a participar a su militancia generando proclamaciones públicas para mostrar la ‘musculatura’ política, los opositores convocan a no participar. El escenario está francamente trastocado.

Por otra parte, este momento preelectoral está marcado por la confrontación. Existe un malestar generado por la presión del partido de gobierno para la repostulación de los mandatarios y continuar de cualquier manera con este proceso de elecciones internas, mientras los aprestos de movilización de los opositores articulados a plataformas, el Conade y las organizaciones cívicas en rechazo a las primarias continúa, las huelgas de hambre persisten en su medida y el Tribunal Supremo Electoral sigue sumando factores de descrédito y desconfianza.

De la misma manera, la dinámica electoral es casi imperceptible en las redes sociales, que hoy son un lugar privilegiado para la visibilización política. Hay mensajes opacados de los candidatos de los binomios que intentan de alguna manera diferenciarse unos de otros, cuando en realidad no están compitiendo entre sí. Lo que ocurre en las redes es una caja de resonancia de la realidad, es decir, cualquier publicación política adquiere sentido y logra impacto cuando tiene que ver con hechos concretos, discursos, afirmaciones, frases, exabruptos de los personajes públicos, así como acontecimientos o movimientos políticos que suceden en el contexto real inmediato. Ahí reside su eficacia. No hay que olvidar que Facebook, en particular, es un espacio en el que se mueven las emociones, las pasiones, los miedos, el humor y la risa. Por ello se explota la crítica al poder a través de la sátira, como lo fue en la historia antigua.

Así, un meme gracioso, una frase impactante, muchas veces grosera y ofensiva, una denuncia pública, una analogía que ridiculiza, la alusión directa a algo que duele o entusiasma, en definitiva, que toca directamente a la sensibilidad, son más efectivos que una enumeración acuciosa de obras e inversiones públicas o un programa político sesudo.

En las redes, sin embargo, se percibe el malestar, la desconfianza, el sinsentido de las cosas, que si bien parecen aislados y fragmentados en publicaciones dispersas, están generando un potencial escenario que, conectado con la realidad, puede convertirse en una piedra en el zapato del cronograma electoral previsto para este año.

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