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17 de julio de 2019, 4:00 AM
17 de julio de 2019, 4:00 AM

La noción hegemonía ha sido desarrollada por el filósofo marxista Antonio Gramsci, es una categoría conceptual que atraviesa toda su producción intelectual, le da coherencia y unidad a su pensamiento político. La importancia práctica del filósofo y del concepto radica en que, como es de público conocimiento, buena parte de los individuos que ofician de burócratas en el actual gobierno se han autodefinido “marxistas y gramscianos” y han apelado sistemáticamente a la hegemonía para justificar su ideología y acción política.

Gramsci parece pedagógico para describir dicha práctica y la condición sociopolítica cruceña y boliviana, metodológicamente señala: “Y ya que dos fuerzas “similares” no pueden fundirse en un mismo organismo nuevo, sino a través de una serie de compromisos o mediante la fuerza de las armas, la cuestión es saber si se dispone de esta fuerza y si es “productivo” emplearla, ya que la fuerza puede ser empleada contra los enemigos y no contra una parte de sí mismo que se desea asimilar rápidamente y de la cual es preciso obtener su “buena voluntad”. Así un tratamiento se le da a los indígenas de tierras bajas y otro distinto a los de tierras altas, al empresariado y entonces prefecto pandino y otro a sus similares cruceños, se cobra impuestos a ciudadanos que trabajan legalmente y no a los comerciantes informales, contrabandistas y cocaleros, por su peso económico, social y político se prescinde de unos actores y no de otros.

La hegemonía “determina, la unidad intelectual, cultural, ideológica y moral de una sociedad”. El Estado es concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear condiciones favorables para la mayor expansión del mismo grupo; pero esta expansión es concebida y presentada como la fuerza motriz de una expansión universal, de un desarrollo de todas las energías “nacionales”.

En síntesis, la noción hegemonía articula el pacto, incorporación u cooptación de todo actor existente en el espacio social, ya sean empresarios, cívicos, músicos, artistas, periodistas, académicos, comerciantes, obreros, indígenas, etc; cuando no se logra “voluntariamente” se ejerce la violencia institucional y física del Estado. Este método político permite producir un ambiente o atmósfera cultural, ideológica y política que precisamente “naturalice” y “normalice” la ideología oficial.

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