Opinión

Fil 2019, año de las antología

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10 de junio de 2019, 6:00 AM
10 de junio de 2019, 6:00 AM

En general la Feria internacional del libro de Santa Cruz fue un éxito, mostrando que es uno de los acontecimientos culturales más importantes de Bolivia. Libreros, editores, escritores, poetas, booktubers, maestros y lectores se dieron cita para compartir espacios, comprar, vender, escuchar, debatir y leer.

Además de los invitados internacionales y nacionales y de los encuentros literarios que se realizan desde hace algunos años, creo que este año las novedades fueron las Jornadas de literatura y las presentaciones de antologías. Destaco las siguientes: La desobediencia, Antología de ensayo feminista que reúne a once escritoras bolivianas; Liberoamericanas, ochenta poetas contemporáneas de más de quince país iberoamericanos; Antología de cuento, del Tercer encuentro internacional de microficción, que incluye a narradores de seis países; Antología de escritoras cruceñas, con más de cincuenta narradoras, poetas y dramaturgas que viven o han nacido en Santa Cruz; Encrucijadas, antología del Festival de poesía; A cuentaviento, antología binacional; El país de los espejos, Antología de la poesía boliviana de hoy, versión bilingüe español/italiano, que incluye a 32 poetas bolivianos contemporáneos; Memoria sin espejos, Antología de quince poetas contemporáneos de Bolivia. Las poetas y los poetas y narradores de cada una de las antologías merecen haber sido incluidos en ellas. Mis felicitaciones a los antologadores por su gran y generosa labor de seleccionar cuentos y poemas para que podamos leer a más autores en un solo libro.

Una antología es un “recorte de la realidad”, afirma Enrique Gallegos en su artículo sobre el tema, recortes que se realizan desde la visión del antologador y por tanto está “cargada de significaciones y presupuestos”, además las antologías permiten “ubicar afinidades, rasgos de época, lecturas, influencias y debates en determinado marco social”.

Este año asistí a la Feria internacional del libro de Buenos Aires y allí me enteré que los encuentros literarios cambian de organizadores cada tres años, para dar lugar a nuevas visiones y nuevos invitados; este año cumplí tres años organizando un encuentro en la FIL Santa Cruz, así que he decidido que fue el último; de esta manera soy consecuente y coherente con lo que pregono de dar paso a los jóvenes para que sean ellos quienes organicen nuevas propuestas, creo que se lo merecen y debemos apoyarlos.

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