Opinión

Exageraciones inconducentes

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19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
Evo Morales prosigue su escalada contra diplomáticos  extranjeros. La mayor parte de las diatribas van hacia representantes de la Unión Europea o del  “imperio” estadounidense, dos pivotes básicos del poder en la política mundial… No se soportan críticas, lo que no sea del agrado del mandatario se tilda de “mentira”, “difamación” o “conspiración”. 

La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas rige ese ámbito entre estados. Su artículo 41 previene que ningún agente extranjero acreditado debe inmiscuirse en asuntos internos de un país. Este concepto es amplio en comunidades donde impera el  libre intercambio de ideas, no así en dictaduras o tiranías. En tal sentido, visitar ‘x’ medio, opinar acerca de la independencia de  la prensa, o reunirse abiertamente con  líderes de la oposición, no son ‘injerencias’ sino parte del intercambio legítimo del que dispone un agente diplomático para informar a su gobierno sobre la situación existente en el Estado democrático que lo acoge. Son procedimientos válidos, siempre que se los realice con transparencia.

Aparte de informar, otras dos funciones diplomáticas son la representación y la negociación. Informar, negociar y representar son la  esencia de cualquier gestión de un agente diplomático. Mientras sus acciones se circunscriban a gestiones lícitas y actividades de conocimiento público, sin intromisión abierta en asuntos internos de la nación receptora ni  actividades clandestinas, ellas son válidas, deben ser respetadas, guste o no.

 Un país democrático debe actuar como tal; le cabe respetar los contactos abiertos que el agente externo pueda tener con la pluralista oposición. Empero, para el régimen vigente en Bolivia cualquier crítica, comentario o reunión que no sea de su agrado, origina fantasiosas teorías conspirativas y se habla de “dignidad” o  se repiten frases demagógicas sin mayor sentido concreto.

Una administración pluralista auténtica debe respetar ese pluralismo. Todo diplomático debe a su vez respetar el lugar de sus funciones, pero de allí a generarle problemas por cualquier tipo de juicio de valor o visita efectuada, hay mucha tela por cortar.

Si Evo Morales quiere mantener una imagen global de libre pensamiento, será mejor que desista de intolerancias que no son del agrado de la sociedad extra nacional y que recuerde con realismo el poder de Bolivia en comparación con otros estados. 
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