Opinión

Evo y sus 12 años en el poder

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21 de enero de 2018, 5:58 AM
21 de enero de 2018, 5:58 AM

Nunca en la historia un gobierno boliviano duró 12 años de forma continua. Mañana Evo Morales los cumplirá después de haber ganado tres elecciones generales por votaciones superiores al 50 por ciento. Cuando acabe su mandato el 22 de enero de 2020, habrá completado 14 años en Palacio de Gobierno, como ningún otro político boliviano lo hizo. El jefe del MAS no está conforme con ese récord histórico y pretende ganar una elección más para quedarse otros cinco años, aunque tenga que forzar la Constitución Política del Estado que él mismo promulgó hace más de ocho años. Lo intentará en medio de una creciente resistencia ciudadana.

Toda una generación ha conocido en Bolivia como único presidente a Evo Morales, considerado además por sus seguidores como el primer presidente indígena. Esa condición ha sido permanentemente recordada para construir un mito en torno a su figura y obtener ventajas electorales en una población mayoritariamente originaria. La exaltación de la supremacía étnica ha servido como estrategia para acumular adhesiones y bloquear a las minorías, con consecuencias peligrosas para la integración de las regiones y la convivencia de las clases sociales. La confrontación a veces violenta ha sido una amenaza persistente en este periodo largo de Gobierno.

El peor de los momentos derivados de los enfrentamientos del oficialismo con la oposición tuvo su punto de inflexión en 2008, con los choques que derivaron en muertes, asilos políticos y detenciones. Posteriormente hubo otro par de crisis sociales y políticas significativas como el conflicto por las movilizaciones de defensa del Tipnis y por el fallido gasolinazo. Han sido los momentos más difíciles del Gobierno que lo llevaron entonces a tener hasta un 65 por ciento de reprobación popular.

En contrapartida, Evo Morales consiguió en años pasados varios triunfos electorales apoyados por una sensación de estabilidad y crecimiento económico, aprovechando una década de bonanza general en la región por los precios altos de las materias primas. La nacionalización de los hidrocarburos ayudó también a una mejor redistribución de los ingresos y a estimular el consumo interno. Hubo ascenso social e inclusión política de actores antes marginados.

Sin embargo, estos aparentes logros han sido empañados por preocupantes retrocesos en la calidad de la democracia. En su afán de quedarse en Palacio, el Gobierno de Morales ha afectado la independencia de poderes, la institucionalidad y los derechos políticos. La última situación grave ha sido el desconocimiento de la votación del 21-F, lo que ha generado el momento critico que rodea este 22 de enero. Un Gobierno desgastado y cuestionado busca contrarrestar ahora con todos los recursos posibles la avalancha de un movimiento ciudadano que resiste en las calles las arbitrariedades del poder. 

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