Opinión

Etanol, una cuestión de eficiencia

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20 de julio de 2018, 4:00 AM
20 de julio de 2018, 4:00 AM

El proyecto de introducir el alcohol anhidro (etanol) en el mercado nacional avanza a paso firme en el sector privado, pero parece ralentizarse en el ámbito gubernamental, que no ha cumplido hasta aquí con los compromisos para la puesta en marcha de esta iniciativa que contagió de entusiasmo a todos los bolivianos. Al parecer, más que una cuestión de voluntad política, se trata de un tema de eficiencia en las reparticiones del Estado.

En marzo, fue el presidente en persona quien lanzó el programa Bolivia en la era de los biocombustibles, con objetivos claros: introducir al país en la moderna era de producción de combustible menos contaminante, ahorrar divisas evitando que aumente la subvención de gasolina importada, generar fuentes de empleo en el sector agroindustrial y modificar la matriz energética del país.

El compromiso se selló con un apretón de manos entre los empresarios privados y los mandatarios de Bolivia. Los agroindustriales ya invirtieron y ampliaron el área cultivada de caña de azúcar en más de 32.000 hectáreas. La apuesta mayor es que este producto permita generar unos 80 millones de litros de combustible verde, para mezclar como aditivo con la gasolina y así disminuir un 20% la importación del carburante, lo cual representaría un ahorro de 400 millones de bolivianos para el país.

Por su parte, el Gobierno se comprometió a invertir $us 5 millones en instalaciones para almacenar, producir y comercializar el biocombustible. No solo eso, también aseguró que se aprobarían normas para el uso de aditivos de origen vegetal en los combustibles, documento que aún no se ha consolidado ni siquiera como proyecto de ley y que, según YPFB, está siendo consensuado entre las diferentes instancias del Gobierno. Tampoco se ha terminado de acordar el precio y menos aún se ha diseñado la norma para definir cómo será la comercialización y el control de calidad. En suma, el Estado nacional no ha hecho su tarea, tal como lo dijo uno de los principales inversionistas en una entrevista con EL DEBER.

Si bien en marzo todos aplaudimos una alianza entre el Gobierno y el sector privado agroindustrial, porque no solo significa validar los esfuerzos de desarrollo que se hacen desde esta parte del país, sino que también implica una oportunidad de diversificación de la economía, hoy inquieta que un proyecto de gran magnitud vaya a demorarse por ineficiencia en los niveles intermedios del Gobierno. En esto está puesta la fe y la confianza de los agroindustriales en la palabra del presidente Evo Morales, también hay una apuesta económica millonaria que, de fracasar el proyecto, podría poner en graves apuros a varias de las mayores industrias del oriente boliviano.

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