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12 de mayo de 2019, 4:00 AM
12 de mayo de 2019, 4:00 AM

Habiendo los políticos archivado el 21-F, es inevitable ingresar a la vorágine de las campañas electorales. En estos cinco meses prevalecerá el insulto, el menoscabo del rival, más que la propuesta. Ninguna tienda política esta preocupada del futuro económico, social y administrativo del país.

Haciendo una abstracción de la potabilidad de los candidatos, cualquiera que resulte electo presidente, se va a encontrar con una Bolivia con graves problemas económicos y sin ingresos para enfrentarlos. La simple lectura de los indicadores actuales es más que preocupante. Hay una desaceleración del crecimiento económico y no hay cómo seguir con la reducción de la pobreza; no hubo ni hay diversificación productiva y seguimos en el modelo extractivista, que, como dice un analista: “sigue el modelo primario exportador depredador del medioambiente y amante del consumismo”; los servicios de educación y de salud tienen una calidad pésima y sin posibilidades de mejorar; bajó la productividad a niveles preocupantes, agravado todo por el aumento de la desinstitucionalización y de la corrupción que está en niveles realmente intolerables.

La tendencia es que lo anterior va a ir agravándose, porque se despilfarraron los recursos y ahora no hay respaldo para encarar los graves problemas económicos.

A esa situación viene la conocida frase: “Es la economía, estúpido”, que fue utilizada en la campaña política de Bill Clinton para enfrentar a George H. W. Busch padre, en las elecciones de 1992, que enfatiza la importancia de un asunto para la consecución de un objetivo, y el problema estructural económico mencionado es el que debe enfrentar, buscar solucionar y arreglar el próximo presidente de este país.

Cualquiera que sea el electo se va a encontrar con una Bolivia en crisis económica de muy difícil resolución y tendrá que elegir entre programas para udepizar el país (con políticas que llevaron a la hiperinflación del 24.000%) o las racionales tipo DS 21060 (adecuándolo a la realidad actual) para salvar al país. Hay una más y la menciono con angustia, es la de venezolanizar a Bolivia con el apoyo incondicional de las fuerzas armadas tremendamente politizadas y consecuentes, solo para mantener el poder.

Veremos con preocupación qué ofrecen los candidatos que, hasta ahora, se han circunscrito a la bajeza del insulto y no hemos visto ningún programa de gobierno.

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