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12 de mayo de 2019, 4:00 AM
12 de mayo de 2019, 4:00 AM

Al terminar un fabuloso viaje a Suiza, luego de la última cena en Lausana, Matthías Preiswerk me regala su último libro: Partir pour apprendre (L’Aire, 2019). Es su autobiografía, o al menos un recuento de una parte de su vida. Matthias es teólogo protestante, llegó a Bolivia en 1975, se casó, tuvo dos hijas y emprendió una serie de proyectos pedagógicos, teológicos y políticos.

En los seis capítulos, su texto cuenta su trayectoria, pero se concentra en el periodo pre-boliviano; solo en el último apartado aborda su llegada al país (está escribiendo un segundo volumen sobre los años posteriores). Para su tarea, el autor no solo acude a sus recuerdos, que ya son vastos e ilustrativos, sino que, académico como es, emprende un trabajo de investigación que lo lleva a revisar los archivos parroquiales y los periódicos suizos de la época, tratando de reconstruir las experiencias, discusiones, opciones propias de su tiempo.

Matthías nació en 1950, por lo que vivió de lleno los agitados años sesenta y sus implicaciones en términos políticos y religiosos a nivel mundial. Empieza contando su socialización religiosa, inscrita en una estructura protestante suiza que conducía a los jóvenes con sensibilidad espiritual por los caminos de la fe. Cuenta las distintas orientaciones pastorales, los grupos a los que perteneció, las tensiones internas, el proceso de descubrir lo social y lo político como parte de su opción teológica. Nos narra los entretelones de un joven creyente suizo que debe lidiar con su propia sociedad, sus estudios de teología en la universidad y las influencias intelectuales, la discusión sobre el “ecumenismo alternativo”, sus experiencias comunitarias y espirituales, el ambiente cultural -las canciones, las lecturas, los íconos de época- y cómo todo se va dirigiendo paulatinamente hacia su encuentro definitivo y definitorio con América Latina.

El último capítulo está dedicado de lleno a Latinoamérica, y particularmente a Bolivia. Comparte sus contactos con teólogos latinoamericanos y su aporte a la teología de la liberación, su trabajo en distintas instituciones como el Colegio Metodista, el Centro de Teología Popular, el Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología.

A partir de los años cincuenta, por distintas razones Bolivia fue el destino de una serie de religiosos extranjeros (católicos y protestantes). Es larga la lista: Xavier Albó, Luis Espinal, Gregorio Iriarte, Mauricio Lefebvre, Mortimer Arias, etc. No cabe duda que ese es un factor clave en la historia religiosa boliviana de las últimas décadas, pero lamentablemente se tienen pocos documentos que cuenten el origen, los primeros años, las tensiones iniciales de quienes llegaron al país. ¿Cuál era el clima religioso español en el que crecieron los jesuitas que vinieron en los sesenta? ¿cuál la discusión en Montreal que nutrió a Mauricio Lefebvre? Sabemos poco.

Por eso se aprecia tanto un texto como el de Preiswerk que comparte con sinceridad, seriedad y autocrítica, su trayectoria desde sus primeros años. Ojalá que muchos sigan su ejemplo. Hay un largo capítulo de la historia de Bolivia que está por escribirse.

Matthias nos comparte la experiencia de vivir en dos mundos en lo territorial, lo nacional, lo profesional: teología y pedagogía, religión y política, Suiza y Bolivia. Muestra lo provechoso que puede ser navegar universos distintos, la posibilidad del descubrimiento del otro, parece haber hecho de su vida un homenaje a la sabia recomendación de Martínez Assad: “Hay que tener cuando menos dos mundos porque, de lo contrario, se corre el riesgo de quedar encarcelado en uno de ellos”. Un libro estimulante, una vida entregada a la construcción de puentes y borrar fronteras.

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